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En estos tiempos de renovación social las figuras antiguas fenecieron, y no hay ya un determinado modelo personal para cada arte o profesión Así verás hoy un juez de primera instancia que parece un Guardia de Corps; verás un barítono que parece un alcalde de Casa y Corte; verás marinos que parecen oidores, y hasta podrás ver un filósofo que se confundiría con un canónigo.

El monte que ocupa el centro se confundiría con un pedazo de los Pirineos, y sus lindas casitas, más pequeñas que las figuras, y sus árboles figurados con ramitas de evónimus, dejan atrás á la misma Naturaleza.

Además, es benigno y sociable: con gusto se confundiría con nuestros rebaños de cabras y ovejas: pocos esfuerzos serían necesarios para que aumentara el número de nuestros animales domésticos; pero es más fácil matarlo que domarlo, y las pocas gamuzas que quedan están reservadas para dar gusto al cazador.

Era forzoso renunciar a la gloria del gran descubrimiento que había de resolver de una vez todas las dudas, que confundiría para siempre las insensatas aspiraciones de los idealistas y metafísicos.

¿Quién impediría, no obstante, que yo pasase mi vida entre ellos? ¡Idea tan llena de delicias que mi débil imaginación casi no puede concebirla! ¿Quién impediría que yo fuese su esposo, como él, y que ella repartiese su ternura entre los dos? ¿Un alma de una sensibilidad tan viva y tan tierna no nos confundiría fácilmente en un amor? porque, ¿es que la dicha de los demás tiene necesidad de alimentarse de mi desgracia y de mis dolores?

; ella confundiría el necio orgullo de su abuela; ella subiría por sus propias fuerzas, con la espada de la ley en la mano, a las alturas que le pertenecían. Si su abuela no quería admitirla de grado, ella, ¿qué tal?..., ella echaría a su abuela del trono. Venían días a propósito para esto. ¿No éramos ya todos iguales?

El bramido del viento confundiría la última palabra de amor de aquellas dos almas, el rugir de las olas su último suspiro, y quién sabe si algún rayo de la poética luna su última mirada. ¡Cuántas historias semejantes á esta no guardarán los mares!

Faltábale tiempo de madurar el plan: lo que importaba era obrar con celeridad y no arredrarse ante obstáculo alguno. Se deslizó sin ser visto por la cocina, y subió la escalera a escape. Llegado que hubo a las habitaciones altas, residencia de los señores, de tal manera supo amortiguar el ruido de sus pisadas, que el oído más fino lo confundiría con el susurro del aire al agitar una cortina.

El monte que ocupa el centro se confundiría con un pedazo de los Pirineos, y sus lindas casitas, más pequeñas que las figuras, y sus árboles figurados con ramitas de evónimus, dejan atrás á la misma Naturaleza.