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Actualizado: 27 de mayo de 2025
La vista de los circunstantes se dirige naturalmente al recien llegado; y todos desean saber de su boca la impresion que le causara la medrosa aventura. «En verdad, señores, dice, que no sé qué diablos teníamos esta noche en casa.
No quería decíroslo... porque os causará pena... mas tenéis derecho a saberlo... Voy a París a pedir que me manden a otro regimiento. ¿A otro regimiento? ¿Salir de Souvigny? Sí, precisamente, salir de Souvigny... por algún tiempo, por poco tiempo; pero, en fin, salir de Souvigny, es lo que deseo, lo que necesito. ¿Y yo?
Sepa usted que ni uno solo de los recuerdos de aquella época se ha borrado diré más aún, ninguno de ellos se ha debilitado y no le causará asombro el que divague hablándole de reminiscencias que tienen el poder de rejuvenecerme al punto de volverme niño. Hay nombres de lugares especialmente, que nunca he podido pronunciar a sangre fría, y el de Trembles es uno de ellos.
»Seguro estoy de que mi partida causará a muchos gran sorpresa y que tratarán de retenerme en nombre de la ciencia, diciéndome que no debo dejar abandonada mi clientela, pero, ¿qué importa? »Para mí la única persona en quien tengo que pensar es Magdalena; eso no sólo constituye una dicha sino que es además un deber. Mis hijos necesitan de mí y a ellos me debo.
Su propia familia, que esperaba aquel desenlace con la única diferencia que esta vez el squire estaba resuelto a prohibirle la vuelta a los mencionados cuarteles, no aludía nunca a su ausencia, y, cuando su tío Kimble y el señor Osgood la notaron, el hecho de que había matado a Relámpago y cometido ofensa contra su padre, bastó para impedir que causara sorpresa.
Este personaje, muy al contrario, parecía gozar de la mejor agilidad de sus miembros, se hallaba en lo más duro y viril de los años, que no llegaban a los cuarenta, y con muestras tales de robustez y fuerzas, que si causara empacho viéndole saltar y defender delante de uno algún puesto o calle, en trueque haría el más confiado del mundo a quien lo trajese consigo y mirase al lado.
Aun al lado de este segundo fraile, Belarmino era una pavesa. Los dominicos penetraban entonces por primera vez en la zapatería de Belarmino. Luego que el zapatero encendió un quinqué de petróleo, el Padre Alesón tomó la palabra: Le causará maravilla vernos en su tienda, dadas las ideas que usted profesa....
Palabra del Dia
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