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Actualizado: 29 de noviembre de 2025


Aquel señor vestido como un hombre del campo, rudo centauro de zajones y fuerte garrocha, era un ilustre personaje que podía cubrirse el pecho de bandas y cruces y vestir en el palacio de los reyes una casaca llena de bordados con una llave de oro cosida a un faldón.

Delante de ellos marchan los milicianos de la ciudad con sus largas carabinas; después los guardias, que tocan sus clarines, y llevan los pendones rojos y amarillos en los que se ven bordados los leones de Castilla y la corona real. ¡Plaza! ¡plaza a la monja! porque es la primera y la última fiesta a la que la pobre joven asistirá.

Habían bajado la gran escalera del club; estaban en el vestíbulo, ella envuelta en una capa de seda con bordados de oro y ricas pieles, que le recordaba sus salidas de la Opera de París; él con el gabán abierto y un sombrero flexible forrado de seda.

Con las guerras y las amistades se fueron juntando aquellos pueblos diferentes, y cuando ya el rey pudo más que los señores de los castillos, y todos los hombres creían en el cielo nuevo de los cristianos, empezaron a hacer las iglesias «góticas» con sus arcos de pico, y sus torres como agujas que llegaban a las nubes, y sus pórticos bordados, y sus ventanas de colores.

Los bordados, las cestas de costura, rellenas de fastidiosas telas blancas de indiana y cotonía, pertenecían a Presentación; los libros, el altar con todo lo que en él había de místico e infantil, eran de Asunción; y los lujosos trajes y adornos eran de Inés, que los había bajado para que los viesen sus primas.

A la cabeza de la fila, dirigiendo las evoluciones de la danza y acompañándola con patadas y gritos, destacábase un joven altísimo y enjuto de carnes, con nariz aguileña, fino bigote y ojos ardientes. Se cubría con un caftán sucio y magnífico de seda roja bordada de oro. Estos bordados habían tomado con los años un empañamiento verdoso.

Prefieren sobre todo los vasos y demás vajilla de plata, para colocarla como un adorno sobre sus mesas, ó las vestimentas estrañas, cubiertas de galones y de bordados relucientes, con que se componen para salir á las procesiones del culto católico, tratando de distinguirse de los demás por lo brillante y singular de tales arreos.

Palabra del Dia

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