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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Sin duda sospechaba algo, y como persona de mucho pesquis, no se tragaba ya aquellas bolas del estudiar fuera de casa y de los amigos enfermos a quienes era preciso velar. A los dos días de aquel en que el exaltado mozo se arrancó a prometer su mano, doña Lupe tuvo con él una grave conferencia.
Luego de comer salió a una pequeña galería que daba sobre el jardín, con su ruinosa baranda de balaustres coronada por tres bustos romanos. A sus pies extendíase el follaje de las higueras, las barnizadas hojas de los magnolieros, las bolas verdes de los naranjos.
Con bolas, flechas, dardos y macanas, La guerra aquí se hizo lacrimosa: El Cristiano que vé sus fuerzas vanas, Y ser la resistencia peligrosa. Dejando su miseria en las sabanas, Los pies pone el que puede en polvorosa, Y al bergantin se acoge de corrida, Por escapar si puede con la vida.
Malespina soltando unas bolas como templos, y mi amo oyéndolas con santa calma, pareciendo unas veces enfadado y otras complacido de escuchar tanto disparate. Si mal no recuerdo, también dijo D. José María que había aconsejado a Napoleón el atrevido hecho del 18 brumario.
Estas islas de montañas preciosas estaban pobladas de hormigas grandes como perros y venenosas como grifos, que sacaban con sus patas el oro de la tierra y hacían bolas, abandonándolas en la playa.
Viven principalmente del pescado que cogen, ya zambulléndose, ó echándole dardos: son muy ligeros y atrapan guanacos y avestruces con sus bolas. Su estatura es igual á la de los otros Tehuelches, excediéndose rara vez de siete pies, y algunas no pasan de 6: es gente inocente y de buena intencion.
Los tresillistas, por alejarse todo lo posible del ruido que de ordinario se hacía en la mesa y alrededor de ella, entre jugadores, choque de bolas, cántico del pinche, matraqueo del bombo, que era de hojalata, y comentarios y disputas de mirones y tertulianos, ocupaban la cabecera opuesta, a más de treinta pasos de distancia, porque el salón era enorme.
Creen que sus buenas deidades crearon el mundo, y que primero criaron los indios en sus cuevas, dándoles á cada uno una lanza, arco y saetas con sus bolas de piedra para pelear y cazar, y echándolos luego al mundo para proveerse á si mismos.
De una habitacion contigua salían ruidos de bolas chocando unas con otras, risas, carcajadas, entre ellas la voz de Simoun seca é incisiva: el joyero jugaba al billar con Ben Zayb. De repente el P. Camorra se levantó.
Bien mediada la tarde, cuando el salón del casino estaba menos concurrido, la atmósfera más despejada, y las bolas de marfil quietas sobre el paño verde, don Andrés dio por terminada la partida, aproximándose a su discípulo, rodeado como siempre por los partidarios más pegajosos y aduladores.
Palabra del Dia
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