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Actualizado: 5 de junio de 2025
Sin embargo, llegada la ocasion de obrar, la guarnicion del puerto, abandonando á sus jefes, se unió con los venezolanos. Pronto las fuerzas de Mariño, convenientemente distribuidas entre él, Bernardo Bermudez y José Francisco, derrotaron las tropas de Cervéris y ocuparon á Maturin, cuya guarnicion huyó tan luego como Bermudez se presentó en sus cercanias.
Afortunadamente, según don Fermín, nada les serviría su inutilidad, mientras que Bermúdez era una crónica viva de las antigüedades vetustenses.
Si yo viviera aquí mucho tiempo continuó el buen Bermúdez , arreglaría las cosas de manera que tú, hija mía, sacaras de estas singulares ventajas que rodean a Peleches, todo el interés y la substancia que ellas son capaces de dar, para hacerte la vida, no solamente llevadera, sino deleitosa.
Pues Leto, según me ha dicho, aprendió a pintar así... porque algo ya lo sabía él desde el Instituto, con un compañero de posada que tuvo en Madrid, y parece que era pintor de nota... Eso es. Se querían mucho los dos y aún se escriben de vez en cuando. El pintor está en Roma ahora. ¿De modo que ésta es la gran afición de Leto? preguntó Bermúdez.
Los dos podemos tener razón, señor don Adrián replicó Bermúdez continuando sus paseos en corto . Cabe perfectamente que su hijo de usted haya hecho el daño sin propósito de hacerle, y que ignore a estas horas lo que ha hecho. El corazón humano es así muy a menudo: para saber el valor positivo de lo que contiene, necesita, como ciertos metales, probarse en la piedra de toque.
Bermúdez miraba de cuando en cuando a la Regenta, a quien había amado en secreto, y otras veces a Visitación, a quien había querido siendo él adolescente, allá por la época en que la del Banco, según malas lenguas, se escapó con un novio por un balcón.
Con los ojos sí se lo daba a entender, y hasta con ciertas parábolas y alegorías que tomaba de la Biblia y otros libros orientales; pero la señora de sus amores no hacía caso de los ojos de don Saturno ni entendía las alegorías ni las parábolas; no hacía más que decir a espaldas de Bermúdez: No sé cómo ese don Saturno puede saber tanto: parece un mentecato.
Tuvo igualmente á su disposición la correspondencia encontrada en Flandes por el hispanófilo M. Gachard, y, por último, el registro del State paper office de Londres; valiosos recursos en manos de quien sabía utilizarlos con maestría. El nuevo libro que dió á la estampa, tres años después que el de Bermúdez de Castro , es aceptado por la crítica cual retrato verdadero.
Lo cual demuestra que la civilización bien entendida no la rechazaba el clero, así parroquial como catedral de la Vetusta católica de Bermúdez.
Vaya dijo aquí Nieves con un gestecillo muy gracioso , hazte el ancianito ahora y ponme triste a mí. ¡Eso sí que fuera una gansada de órdago! exclamó Bermúdez formalmente indignado contra sí mismo , y sin maldita la necesidad; porque, hoy por hoy, siento retozarme en el corazón la vida de los treinta años... Es la pura verdad, créemela por éstas que son cruces. Dije eso... por decir.
Palabra del Dia
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