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HONORABLES RR. DE LAS LEGISLATURAS PROVINCIALES: A vosotros toca el deber sagrado de dictar leyes análogas y benéficas al pueblo que os honró con tan alto cargo.

Imaginó que el insolente rapaz a quien había reprendido era el vivo retrato de D. Jaime, su difunto esposo; y yendo más adelante en aquellas cavilaciones, se dio a recelar o a sospechar que las hadas benéficas, o algunos otros seres o genios sobrenaturales, para premiar sus largos años de rígida viudez, le devolvían con vida al esposo a quien habían tenido durante todo aquel tiempo encantado y oculto en un mágico submarino alcázar, no ya conservándole joven, sino poniéndole más joven y más gallardo de lo que antes era.

Al logro de estas importantes y benéficas ideas, con órden y permiso del Gobierno, se han hecho diferentes expediciones á descubrir las islas, costas y puertos de la mar del sur y tierras australes.

Juan Bou notó que la contabilidad en la empresa de las Rifas benéficas no marchaba con toda la limpieza que debía esperarse, y ya fuera por obedecer a su conciencia, ya por ceder al egoísmo, que le aconsejaba no comprometerse con la Justicia, echose fuera de la sociedad, renunciando a toda participación en ella.

Impulsada por tan benéficas miras, pronto atrajo Rafaela a su casa al joven Arturo; y pronto también logró que olvidase los devaneos de París y que reconociese que ella era por todos estilos más guapa que cuantas mujeres habían ido a cenar con él en el Café Inglés, en la Maison Dorée o en los kursaals que regocijaban y animaban, en aquellos días, las inmediaciones del Taunus y de la Selva Negra.

Las reglas le parecen duras añadió sonriendo; pero le aseguro que para nosotros no lo son, ni sufrimos absolutamente nada. Todas ellas son benéficas para la felicidad y el bienestar del hombre. De nuevo traté de hacer recaer la conversación en lo que me interesaba, esforzándome en conseguir algunos datos sobre el secreto misterioso del muerto, que estaba convencido de que le era conocido.

El concepto que formaba doña Inés del universo visible y de cuantas cosas hay en él y en él se sustentan, era concepto más pesimista que el del propio Schopenhauer; pero el de doña Inés estaba dulcificado por dos potencias benéficas y fecundas que había en su alma. Ella podría ser, o era, más o menos pecadora.