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Actualizado: 25 de junio de 2025


A veces, en el pináculo de un botarel alzábase algún avechucho negro e inmóvil como un inesperado remate arquitectónico. Era un cuervo que se alisaba las alas con el pico y permanecía horas enteras al sol: la gente lo veía desde abajo del tamaño de una mosca. Las bóvedas causaban en Gabriel una impresión de extrañeza. Nadie podía adivinar la existencia de aquel mundo en lo alto del templo.

En la más elevada cumbre de sus montes no resplandecía aún restaurado el castillo que llaman de la Peña, donde el maravilloso ingenio artístico del Rey D. Fernando, consorte de doña María de la Gloria, ha mostrado su inspiración y lucido su inventiva, labrando la piedra con mil primorosos caprichos y dando ser a un extraño monumento arquitectónico que más que de hombres parece vivienda de silfos y de hadas.

Semejante solecismo arquitectónico era el quitapesares de las señoritas de Pardo; allí se las encontraba siempre, posadas como pájaros en rama favorita, allí hacían labor, allí tenían un breve jardín, contenido en macetas y cajones, allí colgaban jaulas de canarios y jilgueros; tal vez no parasen en esto los buenos oficios de la galería dichosa.

Con tales condiciones, forzosamente tenia que decaer el arte ojival en el siglo XV; y si á esta decadencia se agregaba en el siglo XVI el abandono que de él hacian los pontífices y el fomento que daban al nuevo sistema arquitectónico los príncipes y magnates, y la misma Iglesia un tanto secularizada, claro es que del antiguo modo de edificar no podian quedar en breve mas que los mudos ejemplos en los monumentos y el indiferente recuerdo en los hombres.

El primero es de una estructura monumental, de un atrevimiento admirable, y ofrece una vista espléndida sobre el Támesis y gran parte de la ciudad. Fué reconstruido en 1831, tiene 782 piés ingleses de longitud y unos 80 de anchura; es todo de granito, compuesto de tres enormes arcos casi horizontales de un mérito arquitectónico insuperable.

Pez y Rosalía, como he dicho, salían a dar vueltas por la terraza. La ninfa de Rubens, carnosa y redonda, y el espiritual San José, de levita y sin vara de azucenas, se sublimaban sobre aquel fondo arquitectónico de piedra blanca que parece tosco marfil.

Mi tío y Juno, que tenían pasión por el monte San Miguel, me lo hicieron conocer con fruición; y en cuanto a mi, tras de no importárseme mucho el arte arquitectónico, miraba todo a través del sombrío velo de mi mal humor positivamente insoportable. ¡Cómo cansa el trepar por tantos escalones! decía yo, quejándome a cada paso. No son más que seiscientos, prima. ¡Oh! entonces me quedo aquí.

Todavía en Grecia, en Sicilia y en Italia, están erguidos y casi completos monumentos del arte helénico, anteriores de seis ó siete siglos á la Era cristiana; en Egipto, en la India y en la Persia y en otras tierras del centro de Asia, subsisten pasmosas obras que dan testimonio del poder arquitectónico de pueblos que fueron grandes hace miles de años, mientras que de los árabes, sobre todo en España y de la mejor época, apenas queda nada.

Aquella poesía indefinible no es un carácter de este ó del otro estilo arquitectónico; no es una revelacion del arte; sino una revelacion de aquella edad, el arte especial de aquellos siglos; una emocion de aquellos hombres y de aquellos tiempos, una verdadera emocion histórica.

El gótico primitivo y rudo lo veía Gabriel en las primeras portadas; el florido en la del Perdón y la de los Leones; la arquitectura árabe extiende sus graciosos arcos de herradura en el triforium que corre por todo el ábside tras el altar mayor, siendo obra de Cisneros, que quemaba los libros de los musulmanes y restablecía su estilo arquitectónico en pleno templo cristiano.

Palabra del Dia

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