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Actualizado: 28 de julio de 2025
Aunque continuaban a oscuras y abrazados, ambos tenían más despabilado el recelo que el deseo. Cristeta debió de notar algo anómalo en la voz de don Juan; tal vez en la tiniebla favorecedora del engaño le pareciese sospechoso su lenguaje, porque de repente exclamó: ¡Luz, luz, quiero verte la cara!... No me beses..., déjame llorar... ¡Luz... luz!
Las visitas cortas y tardías de aquel anciano misterioso, su desaparición y luego el extraño modo de remitir fondos sin escribir palabra, todo indicaba algo extraordinario, anómalo, y que trascendía a pecaminoso.
Diríase que su cariño hacia Tirso, privado por largos años de dar muestra de vida, surgía repentinamente, pero entorpecido por lo anómalo de las circunstancias. Había ratos en que ninguno sabía de qué conversar con él. Quien parecía más dueño de sí era don José, sin tener tampoco realmente con su hijo la libertad que debiera. Leocadia experimentaba una fuerte impresión de curiosidad.
Tales son las observaciones que sobre el ramo de justicia me ha ocurrido presentar, y si en ellas no hay elegancia y amenidad de estilo, hay ideas que pueden ser de suma utilidad é importancia al caso para que se han redactado, ó por lo menos deseos laudables de mejorar en las Filipinas tan importante materia: otras plumas mas dispuestas y mejores talentos podrán llevarlas al grado de perfeccion de que son susceptibles, quedando contento por mi parte con haber tratado de estas reformas, y escitado á otros por este papel á que ocupándose en tan importante asunto, se le ponga en el lugar que le corresponde, y desapareciendo el sistema absurdo, irregular y anómalo que hoy tienen esos juzgados, sean reformados oportuna y sabiamente para felicidad de los naturales y habitantes de nuestras preciosas Islas Filipinas, dándoles jueces que no tengan por primera base el aumento de sus fortunas, si no la pública felicidad: jueces en fin, de saber, de probidad y aptitud acreditadas, para administrar cumplidamente la justicia: único medio de que los pueblos, al paso que consoliden por este modo una felicidad estable, vean solo en sus alcaldes mayores y correjidores unos padres que solo desean la prosperidad de sus hijos, y se afanan por conservarles su paz y tranquilidad inalterables sobre los sólidos cimientos de la justicia, fuente y manantial seguro de todos los demas bienes en la tierra.
De todo lo relacionado, aunque muy lijeramente, cualquiera conocerá la importancia de las provincias de Filipinas, su estension, riqueza y elementos que en si encierra aquel pais para engrandecerse sobremanera: verá igualmente que el sistema judicial está montado bajo un pie el mas anómalo, complicado y aun perjudicial; que nada es mas fácil que reducirlo al órden natural que debe tener; y que en hacienda no hay las debidas economías, ya por los sueldos innecesarios que se pagan, como por el crecido y aun exorbitante número de empleados sobrantes que existen, aumento que tienen, y que si no se pone pronto y eficaz remedio á este daño, quedará aquel pais reducido á un estado de empleados y nada mas; clase que en toda nacion debe disminuirse cuanto sea posible, para que abundando en brazos las otras laboriosas y productivas, la agricultura, la industria y el comercio, tengan el mayor impulso y fomento, y de aqui el desarrollo completo de la riqueza y prosperidad pública, con las demas conocidas felicidades de un estado floreciente.
Palabra del Dia
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