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Actualizado: 13 de junio de 2025
La que tenga ingenio, inteligencia despierta, tampoco «planchará». Una conversación amena, dotada de espíritu de observación, pronta en sus dichos, ocurrente, estará siempre atendida y se verá solicitada. Pero es necesario tener sentido de la medida, no pasarse de lista, pues no gusta generalmente a los hombres verse dominados intelectualmente por la mujer.
Al presentar en lengua castellana la obra maestra del novelista americano Nataniel Hawthorne, que sin duda es también una de las más notables producciones de la literatura amena de los Estados Unidos, hemos creído conveniente hacerla preceder de la traducción de los párrafos que, á manera de prefacio, aparecen en una de las últimas ediciones de esta novela en su idioma nativo.
Visitación también iba de tarde en tarde, la Marquesa casi nunca, y así de todos los amigos y amigas; el Magistral y sólo el Magistral. Aquel buen señor «hacía el vacío» en derredor de la Regenta. Ella estaba contenta, no parecía echar de menos a nadie; pero él, don Víctor, no era de la misma opinión; quería trato, conversación, amena compañía.
Quien tales cosas trata se expone, muy a su despecho, a deslustrar el decoro y a ofender la majestad de las cosas divinas. Escritores heterodoxos o impíos o sólo imprudentes acaso, han abusado de tan peligroso género de amena literatura en estos últimos años. ¿Qué es más que una novela, aunque así no la llame, la Vida de Jesús de Ernesto Renán?
Yo convengo y he convenido siempre en que Francia posee amena y riquísima literatura, y en que es fecunda y dichosa madre de originales y elegantes escritores, cuyas obras son acaso las más leídas y celebradas en los países extraños, por donde el pensamiento y el idioma y hasta el sentir de los franceses se imponen y predominan entre los otros pueblos.
Luego volvemos a tomar nuestra labor y alguna lectura amena que yo escojo siempre, procurando que sea tan agradable como instructiva; algunas veces recitamos de memoria algunos párrafos de la historia o de la gramática.
Mucho se ha discutido, se discute y se discutirá, sobre si la amena literatura y otras artes del deleite, estéticas o bellas, deben o no ser docentes.
Uno de estos tres extremos era inevitable, á no causar un escándalo espantoso ó á no realizar un difícil rescate. Doña Blanca tenía razón, salvo que para tenerla no era menester mostrarse tan hosca y tan poco amena con todo el género humano, empezando por su infeliz marido. Para D. Fadrique había un ideal económico más fundamental que el político.
Y tal vez haya comido en Lhardy solo, triste, sin que hayamos podido tener un rato de amena plática ante las viandas exquisitas... Esto es, en realidad, tremendo; ya no tengo sueño. ¿Cómo voy a dormir estando Sarrió en Madrid? Me voy a la calle; creo que mi deber me impone el visitarlo. Pero ¿dónde vive Sarrió? ¿Cómo encontrarlo?
La monótona regularidad de los edificios, sus líneas y su ornato, destruye muchas veces el efecto; al paso que cierta irregularidad y amena variedad en las partes les dá mayor interés y atractivo.
Palabra del Dia
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