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Actualizado: 23 de junio de 2025


Cuando los mozos se nos acercan, algunos con sonrisita galante y atenciones exageradas, ridículas, otros mirándonos serios, callados, como seguros de conquistarnos en cuanto abran la boca y se decidan, en seguida te encuentras en la gloria y respondes de la mejor manera posible a sus chistecitos amables y a sus miradas irresistibles.

José y María llegan pobremente vestidos, y llaman á muchas casas de sus parientes para pedir hospitalidad; pero Lucifer y Satanás les persuaden que no abran sus puertas á los recién venidos; permanecen, pues, cerradas, y no les queda otro recurso que refugiarse en un miserable establo.

A estos, les diremos únicamente que abran el registro del puerto de Guajan y se encontrarán, que en efecto, es cierto tuvieron las islas su apogeo como descanso de esos valientes hijos del mar, y que hubo año que hicieron recalada en los puertos de Guajan, 80 y hasta 100 barcos mayores; pero al volver algunas hojas del registro, progresivamente irán viendo el descenso que desgraciadamente ha sufrido, tanto que el año 1870, solo anclaron ¡cuatro! barcos balleneros, y esos más valía no lo hubieran hecho, pues hoy el ballenero que toma el puerto de San Luís de Apra, participa de pirata y corsario, no yendo á dejar dinero, ni á importar efectos de verdadera riqueza positiva, y á extraer el poco numerario en circulación, vendiendo un par de centenares de latas de comestibles y algunas varas de toscas telas.

Pero hija, Curra, ¿sabes?... Que abran esa ventana; si huele aquí a chamusquina, a cuerno quemado... Pues nada, hombre; un pincel viejo que tiré en la chimenea... Vamos, dejemos ya eso. ¿Has visto a Lilí?... Villamelón dio una gran palmada. ¡Mujer!... Se me olvidó... ¿Pues no te dije que fueras a verla? gritó Currita muy colérica. Pues, nada, hija, se me olvidó... ¿Qué vamos a hacerle?...

Dejémonos de niñas: hombres, hombres quiero en mi tertulia; literatos que lean versos, currutacos que sepan de corrido las modas de París, diaristas que nos cuenten todo lo escrito en tres meses por las <i>Gacetas</i> de Amberes, Londres, Augsburgo y Rotterdam; generales que nos hablen de las batallas que se van a ganar; gente alegre que hable mal de la regencia y critique la cosa pública, ensayando discursos para cuando se abran esas saladísimas Cortes que van a venir.

Palabra del Dia

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