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Actualizado: 17 de junio de 2025
Ministro de Real Hacienda honorario, D. Joaquin Belgrano; el Sr. D. Julián del Molino Torres, vecino y de este comercio; el Sr. D. Jacinto de Castro, de este comercio y vecindario; el Sr. D. Mariano Echaburu, Escribano público y del número; el Sr. D. Ildefonso Ramos; el Sr. Coronel D. Francisco Xavier Pizarro, Capitan, comandante del real cuerpo de artilleria; el Sr.
Alistáronse, pues, en pocas horas ciento y treinta soldados bien pertrechados de armas y municiones y lo principal de valor, y porque el tiempo no daba mucho lugar, marcharon á largas jornadas hacia el pueblo de San Francisco Xavier, donde recogiendo cerca de trescientos indios muy diestros en jugar el arco y flecha, fueron en busca de los enemigos á las tierras de los Penoquís creyendo que allí los hallarían acuartelados, cuando por medio de los espías supieron que habían entrado en el pueblo de San Francisco Xavier, que ellos habían desamparado y abandonado poco antes, en donde como los Mamalucos no hubiesen hallado nada que robar se disponían para ir á sorprender la ciudad de Santa Cruz.
Fué notable el fruto que causó este milagroso suceso; apenas quedó hombre de conciencia que no ajustase de nuevo todas las partidas con Dios con una confesión general; pero quien experimentó mayores los efectos fueron los dos pueblos de San Joseph y de San Francisco Xavier, que muchas veces le habían consolado y servido en aquella enfermedad.
Están todos por este orden: Comenzando del Sur, San Juan está de San Joseph como nueve leguas; de San Joseph á San Rafael son treinta; de aquí á San Miguel ocho; de San Miguel á San Francisco Xavier cuarenta y dos, y de éste á la Concepción, hay veinticuatro; de suerte que San Juan, que es el cabo hacia el Sur, está en dieciocho grados y medio; y la Concepción, que es el otro cabo, está en quince.
Despidióse al fin de aquella gente y enderezó su viaje hacia la Reducción de San Francisco Xavier, donde por Enero del año 1708, después de cinco meses no menos de méritos para sí mismo por los trabajos y afanes tolerados, que útiles al cielo, por la conquista de tantas almas, llegó deshecho y consumido de las fatigas de sus apostólicos ministerios, para recobrarse y tomar aliento, no tanto en el cuerpo, de que cuidaba poco, cuanto en el espíritu para poder volver en abriendo el tiempo, á fundar una nueva Reducción en los países descubiertos.
Palabra del Dia
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