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Actualizado: 28 de junio de 2025


Pelearon tan bien estos pocos caballos de alarbes y tan valerosamente, que vinieron entre los soldados hasta llegar á las propias trincheas que tenía por reparo la gente que alojaba fuera del fuerte, sin temer la arcabucería y artillería que se les disparaba dél.

Tratándose de tomar lengua para saber cómo estaban los enemigos, se acordó que saliese un soldado por la parte de levante de las galeras y se fuese la vuelta de las trincheas de los enemigos, como que se pasaba á ellos, como lo hacían otros cada hora, para salir con los caballos y tomar alguno de los que saliesen á tomarlo, que estaban ya tan arregostados los turcos de los que se iban, que en viendo ir uno la vuelta de las trincheas, no salían 20 á tomarle.

Un renegado entró muchas veces á hablar con D. Alvaro; no se supo lo que trataba con él: algunos quieren decir que era echadizo, y así los renegados que hablaban cada noche desde sus trincheas con los nuestros decían que nos guardásemos, que nos engañaba aquel renegado, que estuviésemos avisados que quería huirse D. Alvaro del fuerte, que nos rindiésemos con tiempo, que nos harían todo buen partido.

Harto mejor fuera de acometerlos nosotros, pues estaba entendido que el estar así recogidos era de miedo, por ser pocos, que les faltaba aquella gente que combatía en las galeras, porque saliendo por la parte de Poniente pocos soldados de los nuestros, comenzaron á huir los turcos y desamparar las trincheas, y llegáronse con los del montón.

Salieron una noche, estando allí los enemigos, hasta 150 soldados, y antes que llegasen á las trincheas de los turcos eran descubiertos, y así se volvieron sin hacer nada. De aquí comenzaron los enemigos á hacer trinchea para venir cubiertos con su artillería, sin que la nuestra les pudiese hacer mal.

Corrompíalos, quitándoles la gana de comer, y los ponía secos, y así se iban consumiendo sin poderles dar remedio. Ibamos cada día retirando y estrechando tanto, que perdimos un pozo de agua amarga que estaba junto á las trincheas donde estábamos, no 30 pasos de ellas. Este pozo tenía agua en abundancia, y aunque amargaba, mataba la sed y no hacía el daño que la salada hizo.

La noche siguiente inviaron al mismo por ver si estaban allí los barriles; no hallándolos, pasó adelante; vió salir del campo de los enemigos nueve caballos con dos antorchas encendidas; metiéronse adentro, en la isla; él se acercó á sus trincheas sin que nadie le sintiese ni viese; había gran silencio en el campo; parescióle que dormían todos; tocóles arma y vió que acudían todos á la marina huídos.

A 2 de junio, primero día de Pascua de Espíritu Santo, salieron por la parte de Levante 600 hombres de todas naciones, y llegados á las trincheas de los enemigos, se las ganaron, matando y hiriendo muchos, hasta hacerles desamparar el artillería. Enclaváronle dos piezas della, con punteroles, por no llevar recado de otra cosa.

Algunos que se huyeron del armada de los enemigos dijeron á D. Alvaro les habían dicho unos renegados, que se espantaban de nosotros, cómo no salíamos á ellos á medio día, que eran idos todos por aquellos jardines á sestear. Lo mismo decían los cristianos esclavos que salían á trabajar á las trincheas, y nosotros los víamos ir cada día desde el castillo.

Á los 22 de junio por la mañana aguardaron la menguante y salieron de sus trincheas por la parte de levante hasta 2.000 hombres, trayendo algunas escalas. Iban tres dellos delante con estandartes en las manos, corriendo hacia las galeras.

Palabra del Dia

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