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Actualizado: 31 de octubre de 2025


Recordaba sus años de la infancia; el respeto con que oía a aquel hombre, admirado por su padre y que durante largas temporadas vivió en su casa.

Largas temporadas de alejamiento de su mujer y sus hijos, aburriéndose con la vida monótona del que no quiere gastar mucho para que la familia ausente no suponga locuras y olvidos del deber. ¡Qué de sacrificios en los ocho años de diputación!

Había navegado mucho; había vivido largas temporadas en Inglaterra y los Estados Unidos, y de la permanencia en estas tierras de libertad, insensibles a los odios religiosos, traía una franqueza belicosa que le impulsaba a desafiar las preocupaciones de la isla, tranquila e inmóvil en su estancamiento.

El rey lleno de gozo lo hizo restaurar con arreglo á su forma primitiva; residió en él largas temporadas, y poco á poco fueron al rededor levantándose otros edificios, principio y núcleo de la ciudad de Córdoba, donde permaneció la descubierta maravilla como morada perpétua de los reyes que le sucedieron

Me gusta como el mar: para bañarme; pero no para quedarme en él; me gusta Buenos Aires para pasar breves temporadas; ¡pero me sofoca la vida entre más de un millón de personas que se agitan, hablan, se mueven, atropellan, contagian, pegan, muerden! ¡¡Luján!! gritó en el andén la misma formidable voz de los «booletos». ¿Tendremos tiempo de bajar? preguntó Lorenzo.

«Eso le pasa pronto indicó el Director a Isidora, que aún no había vuelto de su espanto . Es un bendito; hace treinta y dos años que está en la casa y pasa largas temporadas, a veces dos y tres años, sin la más ligera perturbación. Sus accesos no son más que lo que usted ha visto. Principia por decir que tiene dos máquinas eléctricas en la cabeza y luego sale con que le insulto.

La señora sentía deseos de salir á las horas más extraordinarias: cuando acababa de llegar de un baile, muchas veces después de haberse acostado, ó en las primeras horas de la mañana, que eran para ella lo que son las horas de profundo sueño para los demás mortales. En otras temporadas, los chófers se relevaban durante semanas enteras sin franquear la verja del palacete.

Su vivienda era un hotel espacioso, amueblado con primor y con lujo, en el centro de un bello jardín, bastante dilatado para que por su extensión casi pudiera llamarse parque. Menos en las temporadas en que había teatro, la Sra. de Figueredo recibía todas las noches. Cuando había teatro recibía también, pero no siempre. Sus tertulias eran animadísimas y solían durar hasta después de la una.

Por temporadas se pasaba días y noches llorando, sin que pudiera averiguarse la causa de su duelo; otras veces se salía con un geniecillo displicente y quisquilloso que era el mayor suplicio de las dos mujeres.

Esto sin contar un sinnúmero de otras fotografías, recuerdo de temporadas en el Convent-Garden de Londres, el San Carlos de Lisboa, los grandes coliseos de toda Italia, y los teatros de América, desde el de Nueva York al de Río Janiero.

Palabra del Dia

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