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Actualizado: 21 de junio de 2025
Porque si decimos que solo conoce el principio de causalidad de la representacion subjetiva de lo extenso, resulta que en los objetos no hay la verdadera extension; pues que viendo él todo lo que hay, si no la ve, no la hay. Estamos pues en el idealismo de Berkeley: un mundo externo sin extension, no es el mundo tal como lo reputa el sentido comun: es el mundo de los idealistas.
La dificultad está en saber, por qué tenemos el instinto de semejante referencia: por qué la representacion de una extension se halla en nuestra alma; por qué esa CAPÍTULO subjetiva que reside en un ser simple, se ha de ofrecer á nuestra percepcion como la imágen de una cosa exterior realmente extensa. 2.º Por qué esta representacion se halla en nuestra alma.
Interesa además, e interesa principalmente la segunda parte del FAUSTO, porque el lector, acaso sin percatarse de ello, la convierte en una enorme poesía lírica, en una serie de ditirambos, en una obra, no épica y objetiva, sino subjetiva en grado sumo, donde ya no hay más héroe que Goethe; Goethe, disfrazado de Fausto, y empeñado en algo de monstruoso, descomunal e imposible.
Temíamos que la forma autobiográfica y subjetiva, la forma de Memorias, perjudicase al fácil caudal de un ingenio tan exterior y tan objetivo y tan poco amigo de reconditeces psicológicas.
Las propiedades del triángulo están contenidas en la idea que tengo de él; pero si esta idea fuese puramente subjetiva, si no tuviese ninguna relacion exacta ó aproximada con ningun objeto real ni posible; esta idea y cuanto sobre ella edificase, serian meros fenómenos de mi espíritu, que nada absolutamente significarian, sin mas valor que los sueños de un delirante. 4.º La razon de las verdades necesarias no se puede hallar de ningun modo en nuestra inteligencia particular: cada cual las percibe sin pensar en los otros, ni aun en sí mismo.
Acaso en ningún otro drama de nuestro poeta se presenta la idea del honor, como poder predominante en la vida entera de aquella época, de una manera tan profunda, ni su contraste con la conciencia subjetiva se junta nunca para producir una impresión tan completa.
[195.] Aquí haré notar una equivocacion de Kant. Ha creido este filósofo que el espacio era concebido por nosotros como una condicion de toda existencia en general; y en esto ha fundado una de sus razones para sostener que el espacio era una forma puramente subjetiva. Al explicar en la segunda edicion de su Crítica de la razon pura, cómo debe entenderse la subjetividad del espacio, parece afirmar que nosotros no concebimos ni aun las cosas del órden intelectual puro, sin referirlas al espacio. Hace la observacion de que en la teología natural, al tratarse de un objeto que no puede serlo de intuicion sensible ni para nosotros, ni para sí mismo, se tiene mucho cuidado de no atribuir á su intuicion ó manera de ver, el tiempo y el espacio, condiciones de las intuiciones humanas: «pero, añade, con qué derecho puede procederse así cuando antes se ha hecho del espacio y del tiempo las formas de las cosas en sí mismas, y formas tales que como condiciones de la existencia de las cosas
Puede distinguirse entre la verdad de la cosa y la verdad del entendimiento: la primera, que es la cosa misma, se podrá llamar objetiva; la segunda, que es la conformidad del entendimiento con la cosa, se apellidará formal, ó subjetiva. El oro es metal, independientemente de nuestro conocimiento; hé aquí una verdad objetiva.
Reducido todo á meras apariencias, no queda en lo externo, ni aun el principio de causalidad de la extension subjetiva; el espíritu no la recibe, la da á los objetos.
Palabra del Dia
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