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Actualizado: 23 de mayo de 2025
El biógrafo, que no participaba de la antipatía del cura por mi héroe, hacía sin ninguna restricción el elogio de su belleza, de su valor, de su espíritu caballeresco y de la inteligente protección que diera a las letras y a las artes.
Si sabeis donde salió á luz el libro que teneis en la mano, os haréis cargo de la situacion del escritor; y así supliréis aquí, cercenaréis allá; en una parte descifraréis una palabra oscura, en otra comprenderéis un circunloquio; en esta página apreciaréis en su justo valor una protesta, un elogio, una restriccion; en aquella adivinaréis el blanco de una confesion, de una censura, ó señalaréis el verdadero sentido á una proposicion demasiado atrevida.
Facundo, aun no seguro de su momentánea elevación, consintió en otorgarles la vida; pero esta restricción puesta a su poder le hizo sentir otra necesidad. Era preciso poseer esa fuerza veterana para no encontrar contradicciones en lo sucesivo.
Vinieron luego las pequeñas infidelidades y los pequeños desencantos, sufridos sin reproche, perdonados sin restricción, que no lograron derribar el ídolo de aquella alma enamorada, manso río sin borrascas, arpa eolia en que hasta los mugidos del huracán se transformaban en suspiros... Después vinieron las grandes ofensas, y a poco los terribles descubrimientos de vicios enormes, que brotaban como setas monstruosas bajo el aspecto de seductor de aquel esposo adorado; de inclinaciones depravadas, pasiones indómitas, costumbres disolutas e innumerables defectos, que nacían y vivían en su alma como en la carne podrida los gusanos asquerosos.
Aquel amor irreflexivo, absoluto, sin medida ni restricción, no era un sentimiento nuevo para él; hacía sesenta años que se amaba a sí mismo de igual modo. Su egoísmo había cambiado de objeto sin cambiar de carácter. Hubiera inmolado el mundo entero al capricho de la señora Chermidy, como antes a su propio interés o a sus placeres. Desde el día que la ingrata le abandonó, no vivía.
Parecerá sorprendente, que con el mundo abierto ante ella, sin ninguna restricción en su sentencia que la impidiera dejar aquella obscura y remota colonia puritana y volver al lugar de su nacimiento, ó á cualquiera otro país europeo, y ocultar allí su persona y su identidad, bajo un nuevo exterior, como si empezara por completo otra existencia, y teniendo también á su alcance los bosques sombríos y casi impenetrables, donde lo impetuoso de su sér espiritual podría asimilarse al pueblo cuyas costumbres y vida nada tenían de común con la ley que la había condenado; parecerá sorprendente, repito, que esta mujer pudiera aún dar el nombre de hogar á aquel sitio donde había ella de ser el tipo de la ignominia.
Palabra del Dia
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