Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 24 de mayo de 2025


Se podría haber creído que echaba de menos aquellas barras de hierro de que D. Benigno hablara la tarde anterior y que, de existir, permitirían a los hombres remedar el maravilloso viajar de los pájaros.

De esta suerte se expresaba el P. Enrique, hasta donde la torpe pluma y la lengua pecadora de quien esto escribe consigue remedar su improvisada homilía; ya que, en la sagrada ciencia, que él iba explicando, dijeron los más delgados conceptos y aclararon los más hondos misterios, no los que en los libros y en el estudio fueron a ilustrarse, sino los que por experiencia los entendían y por santidad insigne gozaron del favor divino.

Dícenmelo, respondió él, vuestros divinos ojos, que en vano de se apartan para no verme, porque con más afición y más encendidos rayos de amor, ¿qué digo? de gloria, a mirarme tornan; dícemelo vuestro hermoso seno, que los amantes latidos de vuestro corazón mueven; dícemelo vuestra voz enamorada, que en vano pretende remedar al enojo; dícemelo, en fin, mi deseo, señora mía, porque si vos no me amaráis, tormento insoportable sería para la desesperada memoria de vuestra adorada imagen, muerte mi vida, infierno mi esperanza.

No hay peligro ni inconveniente en desatinar por cuenta propia. Me jacto de haberlo demostrado. El inconveniente y el peligro están en la admiración cándida de los extranjeros y en remedar, acaso desmañadamente, lo que los extranjeros piensan o dicen.

Aunque el precio era sin comparación mucho más subido, a D. Luis se le figuraba, que si cedía iba a remedar a Esaú y a vender su primogenitura, y a deslustrar su gloria. Por lo general, los hombres solemos ser juguete de las circunstancias; nos dejamos llevar de la corriente y no nos dirigimos sin vacilar a un punto.

Su fe ardiente y todopoderosa buscaba los medios de servirle, y además el prurito de imitación de que ya hemos hecho mérito la impulsaba a remedar la conducta de aquellas santas vírgenes que desafiaron el poder de los más crueles tiranos y dieron ejemplo glorioso de constancia en tiempos de persecución.

En cambio, Rosa, que poseía singular aptitud para remedar los gestos y ademanes de cuantas personas veía, una vez que entró en confianza, se puso a imitar los de Andrés con tal gracia y perfección, que pudiera competir con el mejor cómico de Madrid.

Palabra del Dia

ciencuenta

Otros Mirando