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Pero en la culta Europa, en el siglo XIX, sabiendo ya cuanto los profetas de Israel han revelado, cuanto han especulado racionalmente los filósofos de Grecia sobre Dios personal, y cuanto nos han enseñado el Evangelio y la ciencia moderna, que de él dimana, es una mala vergüenza hacerse ateos, caer en la desesperación y retroceder al budismo.

De aquí tambien se deduce la grande antigüedad de esta basílica, puesto que, no siendo verosimil que fuese construida en los tiempos de desolacion y pobreza que siguieron al martirio de S. Eulogio, debe racionalmente creerse que existia ya en tiempo de este santo, y para conservarse en pié durante el reinado de Mohammed, debia ya contar mas de trescientos años de existencia segun el edicto del mismo arriba mencionado.

Con esto no podía contar yo, racionalmente, al venir a Villavieja; y mucho menos con que el incansable guía, el andarín entusiasta de la Naturaleza, y el pintor y el diestro piloto, y el dueño del hermoso yacht, y el aficionado a la buena música, estuvieran reunidos en una sola persona, un mozo que no pasará de veintiocho años.

Al buscar por qué no suena la campanilla, para explicarme la razon de que se haya alterado el órden regular en mis apariencias, puedo pensar en varias causas, que por ahora consideraremos tambien como meras apariencias, ó fenómenos internos: puedo recibir las sensaciones siguientes: el cordon roto, el cordon enzarzado, la campanilla rota, la campanilla quitada, la campanilla sin badajuelo; á todas estas sensaciones puedo yo referir la falta del sonido; y el referirlo á ellas será lo mas irracional del mundo si las considero como simples hechos internos, pues como sensaciones en nada se parecen; y solo discurro racionalmente si á cada una de estas sensaciones le hago corresponder un objeto externo, bastante por solo á interrumpir la conexion del acto de tirar del cordon, con la vibracion del aire productora del sonido.

Consulté con Neluco esta bestial ocurrencia, y la celebramos los dos con grandes risotadas; pero así y todo, no faltaron un par de razones, fisiológicas también, apuntadas por el médico y discutidas por ambos, para explicar el antojo muy «racionalmente».