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Actualizado: 11 de noviembre de 2025


Segundo informe de D. Custodio y Farias sobre el Puerto de San José.

Cobija, puerto de Bolivia, me saludó desde luego con el imponente aspecto de las montañas que lo coronan. Poco despues me desembarqué en Arica para dar principio á mis viages por tierra.

El vendaval había arreciado, y fue opinión general a bordo del Santa Ana que, si tardábamos en llegar, pasaríamos muy mal rato. Nuevos y más terribles apuros. Otra vez la esperanza perdida a la vista del puerto, y cuando unos cuantos pasos más sobre el terrible elemento nos habrían puesto en completa seguridad dentro de la bahía.

Como iban llegando las naves, les salía á dar orden una fragata que se fuesen á Puerto Xaloque, ocho millas de allí. Después las mandaron venir, y trayendo algunas á jorro las galeras, se metió un temporal tan fuerte, que las galeras las desmampararon y se tornaron á Malta. Las naves corrieron la vuelta de Sicilia hasta llegar á Cabo Páxaro, donde surgieron para volverse con el primer buen tiempo.

Desde San Julian al puerto de Santa-Cruz es la tierra rasa, y hace barrera alta en la orilla del mar: hállase en todo el intermedio buen fondo. De Santa-Cruz al rio Gallegos vuelve á ser la tierra moderadamente alta, y luego hasta el cabo de las Vírgenes es la costa baja.

La tierra, que está en esta ensenada, entre Cabo Blanco y Puerto Deseado, es bastantemente alta, con algunas quebradas, y en ellas matorrales de árboles pequeños, como espiños y sabinas. Entraron á dicho puerto por la banda del norte de dicha isla, acercándose á la boca del puerto, que es bien conocida, por una isleta que está fuera y blanquea como nieve.

Remaba tan vigorosamente, que con unas cuantas paladas se colocó en el centro del puerto. De los buques mercantes escapaban en masa las tripulaciones, por creer que el Hombre-Montaña quería tomarlos al abordaje. Pero Gillespie puso su proa hacia el otro lado del puerto, donde estaban los almacenes de víveres para las tropas. Al saltar sobre el muelle, éste quedó desierto.

¡Hermosa! contestó Nieves con entusiasmo. ¡Yo lo creo! añadió su padre . Parte de la mar que vimos desde ese otro lado, y el puerto entero y verdadero... Mira, allí tienes el muelle con... uno, dos, tres... tres botecillos, o lo que sean, porque no se distinguen bien a tan larga distancia. De vapor, ni señal, hija.

Así pues, calculando las grandísimas ventajas que resultarian de la navegacion del Paraguay para el tráfico comercial y para la civilizacion de la provincia de Chiquitos, y anhelando ser el primer instrumento de esta gigantesca empresa, recogí todos los datos posibles de los indígenas acostumbrados á recorrer las florestas, é hice abrir un camino hácia las ruinas del antiguo Santo-Corazon, en donde corre el Rio Oxuquis, formado de los rios San-Rafael y Tucabaca, llegando á cerciorarme que los altos ribazos de esta corriente podrian proporcionar, en todas estaciones, un puerto cómodo y situado á muy poca distancia del Rio Paraguay, en el cual desemboca un poco mas arriba del fuerte de la Nueva-Coimbra.

El atalayero, con la bocina, les mandó pararse, y, cuando vió la ocasión propicia, gritó: ¡Avante! Las dos lanchas, danzando en el agua, desapareciendo entre las espumas, se acercaron a la barra, atravesaron las puntas y entraron en el puerto. Las otras están allá me dijo el atalayero, señalándolas ; sería preferible que se alejaran a coger Guetaria. Deben venir cansados.

Palabra del Dia

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