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Actualizado: 21 de julio de 2025
El médico que Soldevilla había traído, encerrado durante el lance en una sala por no presenciarlo, reconoció minuciosamente las fracturas y contusiones del herido. Declaró, desde luego, su estado muy grave. Peña y don Rudesindo, encontraron a Gonzalo dentro del coche llorando desesperado. ¡Soy un bruto! les dijo. ¡Un bárbaro! ¡Qué pensarán ustedes de mí! He cometido una acción bochornosa.
Todo esto constituye un verdadero arsenal de invocaciones mágicas, en cuya eficacia se confía para evitar el mal, librarse del peligro, lograr un bien, alcanzar una gracia. Como ejemplo de la virtud de las invocaciones y de lo que se puede conseguir con sólo decir con frecuencia Jesús, María, José, que constituye la "Trinidad Santísima de la Tierra," se cuentan los siguientes casos: (Novena de Jesús, María y José. Manila, 1903). Un hombre de mala vida pasando en medio de una noche por delante de una iglesia de San Francisco, en Cuzco, Perú, vió luces en el cementerio y, comprendiendo que se trataba de un entierro, se dirigió al lugar para presenciarlo. De pronto se apercibió que allá había un trono en el que Jesucristo se hallaba sentado en medio de María y José. Aparecieron entonces muchos demonios cada uno con su libro en la mano. Uno de ellos empezó su acusación contra una mujer de mala vida de Buenos Aires. "Jesús, dice la novena, pronunció contra ella la sentencia de muerte repentina y juntamente a condenación eterna." (Pág. 7.) Desapareció el demonio para ir a ejecutar la sentencia. Otro demonio leyó en su libro que en Chile había otra mujer de mala vida. "Jesús pronunció contra ella sentencia de muerte y condenación." (Pág. 8.) El demonio corrió a cumplir la sentencia. Se presentó otro acusando a un hombre de llevar mala vida en Cuzco, y este hombre era precisamente el mismo que se detuvo a presenciar el espectáculo del cementerio. "Al ir el justo Juez a pronunciar contra él la sentencia de muerte y condenación, María Santísima y el Señor San José se arrodillaron ante el Divino Maestro pidiendo por él, alegando que muchas veces había invocado sus Santísimos nombres pidiendo su amparo *
Porque aunque el presidente de la sala había resuelto que el juicio se celebrase a puertas cerradas, atento a la índole delicada del delito y a las personas que habían intervenido en él, fueron tantos los abogados que reclamaron su derecho a presenciarlo y tantos los permisos concedidos, que se formó pronto una asamblea numerosa y más inquieta de lo que debía esperarse.
La caballería dió una carga para ensanchar el trozo de terreno libre y que el Hombre-Montaña pudiera levantarse, volviendo á su vivienda sin aplastar á los curiosos. Así terminó el trabajo barberil, y la muchedumbre empezó á retirarse satisfecha de lo que había visto y proponiéndose volver á presenciarlo tan pronto como lo anunciasen los periódicos.
Yo no sirvo para el combate dijo mi amo con tristeza . Vengo tan sólo a presenciarlo, por pura afición y por el entusiasmo que me inspiran nuestras queridas banderas». Al día siguiente de nuestra llegada recibió mi amo la visita de un brigadier de marina, amigo antiguo, cuya fisonomía no olvidaré jamás, a pesar de no haberle visto más que en aquella ocasión.
Palabra del Dia
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