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Quedó suspensa un instante y dijo sonriendo: ¡Sabes que esto es muy prosaico! ¡Quemar mis cartas de amor en un fogón! ¡Uf!... Me parece que debemos concluir con ellas de un modo más poético.... ¿Quieres que nos vayamos a quemarlas al campo?... De este modo daremos juntos un último paseo; nos despediremos dignamente. Como gustes articuló el joven en voz apenas perceptible.

«¡Cuántas veces dice en un salón, brillante de luz, o en una mesa elegante y delicada, he oído decir a un hombre, culto, fino, bien puesto: tengo pasión por los viajes, y tomar su rostro la expresión vaga de un espíritu que flota en la perspectiva de horizontes lejanos; me ha venido a la memoria el camarote, el compañero, el órdago, la pipa, las miserias todas de la vida de mar, y he deseado ver al poético viajero entregado a los encantos que sueña!».

De modo que deteniéndose, me dijo con una sonrisa forzada la ineludible forzada sonrisa que campeó sobre toda aquella historia: Si quiere, entonces, baile este vals con su amor... ... al parecer. No agrego una palabra más repuse, pasando la mano por su cintura. Un mes más transcurrido. ¡Pensar que la madre, Angélica y Luis María están para ahora llenos de poético misterio!

En virtud de este principio tan sensato, se aunan de un modo maravilloso, con su perfecta aplicación, el estilo poético más elevado, el más lozano y el más vivo.

Ya indicamos antes que el origen de esas propiedades de Calderón, que no pocas veces limitan sensiblemente la esfera de su talento poético, habían de buscarse en parte en las circunstancias externas de su vida, y en su cargo de poeta de corte.

Nada más léjos de mi ánimo. Acercáranse más á la perfeccion y estarian, tales como son ellas y la índole del talento poético de su autor, más léjos de la belleza artística.

No; lo que le parecía realmente envidiable era el constante triunfar, el bien vestir, el hablar y oír cosas bonitas, el vivir, aunque fuese con existencia fingida, en un mundo más poético y extraordinario que el de la realidad. Cuando Cristeta cumplió los dieciocho años, ya estaban en ella perfectamente desarrolladas la hermosura y la afición al teatro.

Pero lo cierto era que, despojado el caso de este tinte poético, y tal como el prosaico vulgo podía entenderlo, doña Inés tenía razón que le sobraba.

Al siguiente oirá terribles reconvenciones, hallará un ceño irritado, ó muy indiferente y frio, cuando no sollozos, lágrimas y quejas reprochándole ingratitud y mal proceder.... Creo francamente que las leyes de la pava restringen mucho la autonomía individual del andaluz, pero les encuentro su lado poético y atractivo.

Huellas aisladas de este amaneramiento exagerado, que forma chocante contraste con la soltura, la libertad y naturalidad de Lope, de Tirso y de Alarcón, se observan hasta en las obras más perfectas de nuestro poeta; sólo que, en ellas, su vigor poético primitivo predomina con tanto brillo, que obscurece, por decirlo así, ese elemento alambicado.