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Actualizado: 28 de junio de 2025
Halló en el Duque de Montpensier, que regía la plaza, acogida no menos grata que en Dieppe; el Príncipe le salió al encuentro con 100 caballos; le sentó á su mesa, procurando hacerle agradable la estancia, como el Rey se lo mandaba, y confirmando las palabras tuvo Pérez carta datada en Lyon á 26 de agosto en que el mismo Rey le daba bienvenida.
Rosalía la oía desde su taller, sin distinguir más palabras que administrador y papel del Estado... consolidado... revolución... generales Canarias... Montpensier... Dios nos asista... Hablaban de negocios altos y de política baja. De repente la dama oyó violentísimo estrépito, como de un mueble que viene a tierra y de loza que se rompe.
Pero siendo el Palacio Real uno de los grandes prodigios de la monarquía absoluta, claro es que al pasar aquel régimen, debió perder no poco de su antiguo esplendor. En espacio es en lo que menos ha perdido, y tres calles se han hecho á expensas de sus encantadores jardines; las calles de Valois, de Beaujolais y de Montpensier.
A veces digo: «¿No habrá un cataclismo, un terremoto o cosa así antes del día 10?. Pienso en la revolución, y créalo usted... desearía que hubiese algo... Me basta con una semana de jarana y tiros, durante la cual no pueda salir la gente a la calle... Pero ni eso, querida. ¿Sabe usted que a los generales Serrano, Dulce y Caballero de Rodas les han puesto presos, y dicen que les mandarán a Canarias y que también destierran al duque de Montpensier?
Ledesma fueron los tisues de los Angeles y del Niño Jesús, del antiguo paso de la cofradía de la Quinta Angustia, donados por los Duques de Montpensier. Con el Sr. Ledesma se extingue por completo la fabricación de telas de seda y de seda y oro, en Sevilla, olvidándose por completo las tradiciones de tan hermosa como productiva industria artística.
Partidillas sueltas... ya, ya me lo contará usted dentro de unos meses. El cariz del asunto se pone cada vez más feo. Entre esos bárbaros que quieren entrar en burro en las iglesias y fusilan por chiste las imágenes, y los otros salvajes que cortan el telégrafo y queman las estaciones... verá usted, verá usted qué tortilla se nos prepara. Aquí nadie se entiende. Mire usted que hasta Montpensier, que parecía formal, meterse en ese desafío estúpido.
Por dos veces quiso interrumpir a su marido, mostrándole una carta que en las manos tenía; mas los gritos y denuestos del sesudo diplomático la atemorizaron y aturdieron, y volvió a guardar silencio. Las escenas de Lauzun, amenazando con el bastón a la duquesa de Montpensier, su esposa, y gritándole: «¡Luisa de Borbón, quítame las botas!», no eran, sin duda, desconocidas a la infeliz señora.
Palabra del Dia
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