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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Tampoco despertaba á sus camaradas durante la noche con los monólogos de un ensueño violento. Transcurrió un mes sin que regresase el viejo. Rosalindo no se alarmó por esta tardanza.
Vienen ricos de fortuna indiscutible, como ese doctor y su inmensa tribu que hicieron el viaje con nosotros desde Madrid; la viuda de Moruzaga, otra argentina, con sus cinco hijas, unas niñas modositas y simpáticas que recitan monólogos en francés, se entienden entre ellas en inglés, y a veces, por condescendencia, hablan conmigo en castellano; y con ellos otros propietarios de menos brillo, pero igualmente sólidos, que vuelven a sus estancias del interior. ¡Gentes interesantes y buenas!
Es innegable que este drama alcanzó el objeto que su autor se proponía: Martínez de la Rosa intentó desarrollar una sola fábula, sin episodios, sin confidentes, con pocos monólogos y un número escaso de personajes, imitando en lo posible el vigor de los pensamientos, y el estilo enérgico y conciso, que compensan hasta cierto punto la pobreza de los incidentes y la del plan dramático del autor italiano.
Yo me explico que se tenga una casa para uno solo, y una botella para uno solo, y una mujer para uno solo; pero no me explico que nadie tenga un teléfono ni un idioma para usarlos exclusivamente consigo mismo. ¡Habrá que oír a Mourlane Michelena en sus monólogos aglutinantes y prearios!
La demostración de lo que vale se decía él está en la conducta que observa. En el Retiro ni una sola mirada, y luego ha dejado de ir. Indudablemente no va porque cuando me ve, sufre.» ¡Qué mezcla de risa, gozo y orgullo hubiera experimentado Cristeta si por arte de magia le fuese dado asistir a tales monólogos!
Solo, inteligente, ávido de saber y con tiempo libre, Lázaro estudió y observó cada vez con más ansia. Todas las perspectivas en que puede dilatar su mirada el entendimiento humano fueron presentándole dificultades e incertidumbres, y en confuso desorden invadieron su espíritu impresiones contrarias, dándose al mismo tiempo a su razón ideas justas y apreciaciones erróneas. De cada sistema recogió una palabra distinta, y de ninguno la verdad: unos le atormentaban con sus fraseologías de tecnicismos ingeniosos que dan nombre de cosas reales a creaciones del espíritu, afirmando lo que no demuestran; otros le decían que el hombre es fuerza y materia nada más, un reloj con cuerda para cierto número de años, que suele por su genio adelantarse al tiempo en que vive, que se retrasa por la ignorancia, que puede arreglarse cuando se descompone, pero que al fin se rompe; unos todo lo fundan en ideas, otros todo lo basan en hechos. Y cuando tales pensamientos le absorbían, parecía que una vocecilla burlona, desde un rincón de su cerebro, se le acercaba al oído, aconsejándole que arrojase los libros y se dejara de filosofías y estériles monólogos, que no habían de darle un grano de trigo ni una gota de agua.
No hay que pensar en la arreglada distribución de sus diversas partes: sin concierto ni asomos de armonía se suceden las unas á las otras; unas veces se precipita la acción de tal manera, que no es posible seguirla, y otras se detiene y suspende por completo, reduciéndose á monólogos de inconmensurable longitud.
Palabra del Dia
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