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Actualizado: 24 de mayo de 2025


Cuando emprendía una excursión por camino desconocido, contaba los pasos, aunque hubiese medidas oficiales, porque no se fiaba de los kilómetros del Gobierno. Contaba los pasos y los millares los señalaba con piedras menudas que metía en los bolsillos de la americana. Llegaba a casa y descargaba sobre una mesa aquellos sacos para contar más satisfecho las piedras miliarias.

Despues de torcer millares de esquinas, y cuando ya casi teniamos turbada la vista de tanto mirar á izquierda y derecha, asomamos á una explanada que nos pareció alegre y deliciosa; luego atravesamos un puente; dirigimos precipitadamente una mirada á lo largo del rio, iluminado por los rayos de un sol de Junio, llegamos á la márgen opuesta, caminamos unos momentos.... ¡NOTRE DAME! ¡NUESTRA SE

Escondió la cara en los almohadones y volvió a dormirse en seguida. Soñó. En la iglesia de las Victorias, iluminada con millares de cirios, ella salía por el medio de la nave, vestida de blanco. Su esposo era Julio, que le murmuraba al oído palabras ininteligibles. Llegaron a la calle.

Millares de hombres sufrían el tormento del hambre, víctimas del jornal, por no tener campos que cultivar; y la tierra reservábase para las bestias, en los alrededores de una ciudad civilizada.

Millares de esclavos negros, empleados en las faenas del puerto y en otros trabajos, discurrían solícitos por donde quiera. Marineros, soldados y hombres y mujeres del pueblo, paseaban o formaban grupos para charlar y reír, tratar de amores o promover pendencias.

Las cumbres, que se alzaban en el aire a millares de codos, estaban cubiertas de hielo perpetuo y de cándida nieve, que heridos por los rayos del sol, vertían destellos radiantes y hacían más bella la templada y apacible llanura en que se hallaba el palacio, bañándolo todo, a la hora del crepúsculo, en mágicos reflejos.

Yo, por mi parte, confieso que, a haber tenido la desgracia de nacer pagano, sería ese proverbio una de las cosas que más me retraerían de adoptar la existencia de muchos dioses; porque soy de mío tan indómito e independiente, que me asustaría la idea de proponer yo, y de que dispusiesen de mis propósitos millares de dioses, ya que desdichadamente ha de ser hombre un periodista, y lo que es peor, hombre débil y quebradizo.

Primeramente los cañones derribáron unos seis mil hombres de cada parte, luego la fusilería barrió del mejor de los mundos unos nueve ó diez mil bribones que inficionaban su superficie; y finalmente la bayoneta fué la razon suficiente de la muerte de otros quantos miles. Todo ello podia sumar cosa de treinta millares.

Las pirámides de Egipto son un testimonio en piedra de la magnitud de las cargas reales que recayeron sobre las espaldas de los vivos por la invención de la vida de los muertos, en una de sus millares de formas diferentes.

He oído decir que los aliados suben por el valle de Dosenheim hasta Weschem, y que invaden por millares el camino de París... ¡Ah! ¡Si quisiera Dios que el emperador ganase la partida en Lorena o en la Champaña, no iba a escaparse uno solo! En fin, quien viva verá... Ahora tocan a retirada; volvemos a Falsburgo.

Palabra del Dia

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