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Actualizado: 13 de julio de 2025


Este lance desgraciado causó una penosa impresión en don León por tratarse de dos amigos igualmente queridos, y bajo el sentimiento que le produjo escribió la composición que he mencionado, donde menudeaban los signos de admiración, los puntos suspensivos, las amargas reflexiones y los gritos de dolor, todo ello sostenido en un tono severo y digno, como el de las elegías clásicas.

En la región azul que representaba el mar, multitud de barquitos precedidos de flechas marcaban las líneas de navegación, y por la gran viñeta de la cabecera menudeaban las locomotoras, los vapores, los faros, y además muelles llenos de fardos, chimeneas de fábricas, ruedas dentadas, globos geográficos, todo presidido por un melenudo y furioso león y una señora con las carnes bastante más descubiertas de lo que la honestidad exige... ¡Qué silencio tan hondo y suave se aposentaba en la sosegada estancia, y cómo se sentía el ambiente puro del campo!

El maestro entretenía el aburrimiento de las vacaciones con este pequeño campesino, queriendo iniciarlo en las bellezas de las letras latinas con ayuda de su elocuencia y de una correa. Deseaba hacer de él un prodigio, para sorprender a los otros profesores cuando se abriesen las clases, y los golpes menudeaban.

Sólo faltaba Aurora, a quien Fortunata esperaba con ansia, y siempre que sentía pasos en la escalera, iba a la puerta para abrirle antes de que llamase. Por fin llegó la viuda de Fenelón, fatigadísima. Los encargos en aquel mes eran considerables; las bodas aristocráticas menudeaban, y la pobre Aurora no podía desenvolverse.

Cinco mozos de Rivota y tres de Lorío le tenían envuelto y acosado como jauría de perros á un jabalí feroz. Quino, rodeando con la chaqueta su brazo izquierdo á modo de escudo, paraba y contestaba con habilidad los garrotazos que le dirigían, pues era diestro esgrimidor de palo. Llegó un instante, sin embargo, en que los golpes menudeaban de tal manera que le fué imposible pararlos.

La cabeza de niña, estilo de Greuze, era una maravilla de gracia inocente. Pues ¿y la riña en una posada flamenca? Era cosa de risa ver cómo volaban los tiestos hechos añicos, y rodaban las cacerolas de cobre, y los dos gañanes de Van Oustade, deformes y ridículos, repartían mojicones, menudeaban puñadas y exageraban con lo grotesco de la actitud su simiaca fealdad.

En aquellos días del año 1874, menudeaban los suplementos de periódico, manteniendo al vecindario en continua ansiedad. «Papitos dijo la señora , toma dos cuartos y bájate a comprar el extraordinario de la Gaceta. Veréis cómo habla de alguna buena tollina que les han dado a los tersos».

La ambición ardía en los pechos de los exploradores de la raza semítica; apetecíanse y buscábanse con noble emulación los cargos de secretarios de las secciones. ¡Era tan brillante el levantarse en el comienzo de las sesiones a leer el acta de la anterior! Las intrigas tenebrosas menudeaban; las traiciones eran cosa corriente.

Palabra del Dia

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