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Era generoso, y una vez casi lloró porque lo mandaron al Once de Septiembre y no le dieron dos pesos de los viejos para el tramway; era suertudo en lides de amor, y la mujer se le escapó con un sepulturero de la Recoleta, que se iba como administrador del Cementerio de Navarro ; era sobrio y por lo general lo arrestaban por ebrio; y era valiente, y hubo que darlo de baja porque desertó una consigna, perseguido por unos vendedores de diarios, que le quitaron el machete y el kepí.

; su padre hablaba a los de casa de lo que aguardaba fuera, como podía el hombre prehistórico hablar en su guarida, preparada contra los asaltos de las fieras, a las demás personas de la familia, aleccionándolas para las lides con las alimañas que habían de encontrar en saliendo.

Pensé contarte entonces mi aventura, pero me arrepentí en el acto porque se me ocurrió que , como más experto que yo en lides de amor, te burlarías de mis perplejidades. En suma, paralizado por ellas, tuve tres días la carta cerrada sobre mi mesa sin saber qué hacer con ella.

Explicó detenidamente varias lides, no muchas aún, porque empezaba a asistir, como quien dice.

En presentándote ... con tu buen trato, y tu práctica en tales lides.... Será una paleta, fea por añadidura. Fue su padre arrogante mozo, y su madre una morena agraciada; ¿por qué ha de ser fea la chica? Ni hay quince años feos. Estará por desbastar, eso ; pero entre y una modista... cuestión de un mes.

En la defensa de la ciudad contra el rey D. Pedro de Castilla, el puente y su Calahorra fueron teatro de heróicas lides.

...Mientras la vista atónita vislumbra la luz de redención en la penumbra, e hijos del alma apréstanse a las lides; ¡, Madre! Y digan valles y colinas: ¡Gloria a la Madre España en Filipinas!... ¡Loor eterno a ! , no me olvides. Veterano poeta cuyo plectro ha golpeado la lira bajo las dos soberanías. Hacía versos a los catorce años.

Hablaba acompañándose con la acción desenvuelta y elegante del orador encanecido en las lides parlamentarias, ahuecando la voz y haciéndola temblar por momentos lo mismo que cuando trataba de hacer pasar un proyecto de ley que la mayoría se obstinaba en rechazar.

Había sido diputado dos veces y había hecho una interpelación al gobierno sobre un atropello de un alcalde-corregidor. Tendría el conde de Genazahar treinta y tantos años; era buen mozo y lo sabía, y se jactaba además de tremendo en paz y en lides, en desafíos y en amores.