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Actualizado: 25 de julio de 2025
Levantéme enseguida, cogí los papeles y me volví a la cama, dispuesto a enterarme de ellos.
Nos quiere mucho a los dos.... Cuando mi padre salió, levanteme la venda y miré al campo.... Vi el arco iris y me quedé asombrado, mudo de admiración y de fervor religioso.... No sé por qué aquel sublime espectáculo, para mí desconocido hasta hoy, me dio la idea más perfecta de la armonía del mundo.... No sé por qué, al mirar la perfecta unión de sus colores, pensaba en ti.... No sé por qué, viendo el arco iris, dije: «yo he sentido antes esto en alguna parte...» Me produjo sensación igual a la que sentí al verte, Florentina de mi alma.
Y pedí yo de beber, que los otros por estar casi ayunos no lo hacían, y diéronme un vaso con agua; y no le hube bien llegado a la boca, cuando, como si fuera lavatorio de comunión, me le quitó el mozo espiritado que dije. Levantéme con grande dolor de mi ánima, viendo que estaba en casa donde se brindaba a las tripas y no hacían la razón. Entretuvímonos hasta la noche.
Pero si voy a juzgar a las mujeres por mi tía, pienso que voy a preferir considerablemente a los hombres. Luego recordé que el biógrafo era de sexo masculino, y pensé que sin duda habría tenido por cortés, amable y modesto, dejarse en el tintero y pasar en silencio a sus congéneres. Y me dormí sobre esta luminosa idea. Levanteme contentísima al día siguiente.
Vino mi amo y como me halló durmiendo y no sabía la asquerosa aventura, enojóse y comenzó a darme repelones con tanta prisa, que a dos más, despierto calvo. Levantéme dando voces y quejándome, y él, con más cólera, dijo: ¿Es buen modo de servir ése, Pablos? Ya es otra vida. Yo, cuando oí decir «otra vida», entendí que era ya muerto, y dije: -Bien me anima V. Md. en mis trabajos.
Levantéme, aunque tarde, hambriento y soñoliento, sin saber dónde estaba, que aún me parecía cosa de sueño; cuando vi que eran veras, dije entre mí: "Echada está la suerte, vaya Dios conmigo", y con resolución comencé mi camino; pero no sabía para dónde iba ni en ello había reparado.
Me inclino, señorita respondió entonces en tono más elevado: séame permitido solamente expresar el pesar sincero que siento en no tener el derecho de intervenir en esto. Levantéme al instante. Señor de Bevallan dije colocándome á dos pasos de él, ese pesar es enteramente supérfluo, pues si no he creído deber obedecer las órdenes de la señorita, estoy enteramente á las vuestras, y voy á esperarlas.
Palabra del Dia
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