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Métase en su rincón, a la vera del pisa-hormigas, y déjese de historias... No vaya más a casa de Sobrino y créame. Es mucho Madrid este. No se fíe de los cariñitos de la Tellería, que es muy ladina y muy cuca». Rosalía daba cabezadas de aquiescencia.
En esta situación me hallo, mas no desisto ni pierdo la esperanza. La chacha Ramoncica es muy ladina y tiene grandísimo empeño en fastidiar a doña Juana. En la chacha Ramoncica confío. 15 de Abril. Mi querido y respetado maestro: La chacha Ramoncica es el mismo demonio, aunque, para mí, benéfico y socorrido. No sé cómo se las ha compuesto.
Si hubiera adivinado el menor interés, sorprendido un movimiento calculado, se habría puesto en guardia y todo estaba perdido, pero la ladina llevó su habilidad hasta el heroísmo. Agotó todos los recursos de su presupuesto, gastó hasta su último sueldo e hizo creer al conde que le amaba por él.
El doctor Le Bris había cambiado de enfermo y se dedicaba a curar el cerebro de su amigo y a desarraigar las ilusiones obstinadas que el conde guardaba sobre su amante. Desató implacablemente la tupida venda que el pobre hombre se había dejado colocar sobre los ojos. Le contó detalladamente todo lo que sabía del pasado de aquella mujer; le hizo ver que era ambiciosa, avariciosa, ladina y malvada.
A las nueve de la mañana llegaron indios, los cuales ascendieron 60 personas entre hombres y mugeres, y entre ellos una china ladina, sobrina del cacique Calpisquis, la que dijo que toda aquella gente era del expresado cacique, que venian á vender caballos y reses por bayeta, ollas, bugerias, bizcocho, sombreros, harina, aguardiente y porotos: los agasajé, dándoles de comer y aguardiente, y se empezó la feria.
Y la muy ladina estremecía el débil cuerpecillo, señalando al mismo tiempo al ministro una pequeña marquesita colocada junto al fuego y al alcance de su mano: en ella se sentó el excelentísimo Martínez, dispuesto a dejarse tostar en su mullido asiento como san Lorenzo en las parrillas. ¡Lo siento... lo siento en el alma! dijo.
Palabra del Dia
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