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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Duraron estas cosas tan entretenidas para Leto, y también para la sevillanita probablemente, poco más de un cuarto de hora; hasta que el balandro desabocó, y comenzó a sentir Nieves esas inexplicables impresiones, mezcla extraña de pavor y de alegría, que se apoderan de los novicios entusiastas como ella, al verse de pronto mecidos por las ondas salobres de aquel abismo sin medida.
Finalmente, la luna se abre paso entre los espacios del cielo: lo mismo cuando su claridad, tierna y temerosa como la mirada de una virgen, tiembla bajo las sombras transparentes, que cuando cae en haces de luz sobre el misterio de la llanura, prestando a todos los objetos encantos inexplicables y dulzuras infinitas; es entonces cuando los bosques se pueblan de rumores misteriosos, de secretos, de pompas.
Pero le restaba otra cosa que maldecir: su locura y sus vicios personales, que ahora le parecían insensatos y tan inexplicables como lo son casi todas nuestras locuras y nuestros vicios, cuando la causa que los ha provocado ha desaparecido desde hace largo tiempo.
Temía que un poder inexorable y oculto que él no legaba a definir con claridad le castigase por su cobardía... Tal vez perdiera a Teri para siempre, después de haber osado ocultar su imagen. ¡En amor hay tantas afinidades misteriosas, tantos choques inexplicables a través del tiempo y la distancia!... Pero estas preocupaciones de hombre imaginativo, trastornado por una vida de encierro, duraron muy poco.
»Mas, ¿para qué había de entretenerme en buscar la razón de tan inexplicables caprichos, y en apiadarme de Antonia, en vez de ir al salón directamente?
No es posible, porque en cuantas lenguas humanas se hablan en el día son estos misterios inefables, inenarrables y hasta inexplicables.
Tal vez fué una amiga de ella, que, adivinando los hechos, los hizo saber al marido por medio de un anónimo; tal vez se delató la misma esposa inconscientemente, con sus alegrías inexplicables, sus regresos tardíos á la casa, cuando la comida estaba ya en la mesa, y la repentina aversión que mostraba al ingeniero en las horas de intimidad matrimonial, para mantenerse fiel al recuerdo del otro.
Cada vez que sonaban pasos en la escalera ó chirriaba la verja del ascensor, el barbudo marino se estremecía con una inquietud infantil. Deseaba esconderse y al mismo tiempo quería mirar, por si era ella la que llegaba. Los huéspedes que vivían en el mismo piso le fueron viendo, al retirarse á sus cuartos, en las más inexplicables actitudes.
Inexplicables mortales, exclamó, ¿cómo podéis juntar con tanta torpeza tanta elevacion, y tantas virtudes con tantos delitos? Declaróse en breve la paz, y los caudillos de ambos exércitos, que por solo su interes habian hecho verter la sangre de tantos semejantes suyos, se fuéron á solicitar el premio á su corte respectiva, puesto que ninguno habia ganado la victoria.
De aquí su pena cuando estaba solo: y no sé de dónde, el olvido de su pena cuando de Chemed estaba acompañado. ¡Contradicciones inexplicables, raras antinomias de los corazones de los mortales!
Palabra del Dia
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