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Veíase en el venerable caserón de los Febrer con sus padres y su abuelo. Era hijo único. Su madre, una señora pálida, de belleza melancólica, había quedado enferma a consecuencia de su nacimiento. Don Horacio vivía en el segundo piso, en compañía de un viejo criado, como si fuese un huésped en la casa, mezclándose con la familia o aislándose de ella a su capricho.

No es necesario que el público sepa esta determinación que he tomado; pero si la sabe... Ya está ahí Narcisito. Voy a ponerme el sombrero y el abrigo para irme con él. Notabilísimo huésped había llegado al convento de Capuchinos de la villa, allá por los años de 1672.

En buen hora respondió el huésped. Y volviéndose a la moza, dijo: Costancica, di a Argüello que lleve a estos galanes al aposento del rincón, y que les eche sábanas limpias. haré, señor respondió Costanza; que así se llamaba la doncella.

Los esfuerzos reunidos de Don Luis y de Don Fernando lo libran al cabo de la cárcel, y el último se empeña en hospedarle en su casa. Don Juan acepta la invitación, descubriendo entonces por vez primera que la desconocida, á quien ha entregado su corazón, es la hermana de su huésped.

Con frecuencia también, uno era el huésped del otro; y para el joven ministro había una especie de fascinación en la sociedad del hombre de ciencia, en quien reconocía un desenvolvimiento intelectual de un alcance y profundidad nada comunes, juntamente con una liberalidad y amplitud de ideas que en vano trataría de buscar en los miembros de su profesión.

¿Polla? ¡Mi padre! -respondió el huésped-. En verdad en verdad que envié ayer a la ciudad a vender más de cincuenta; pero, fuera de pollas, pida vuestra merced lo que quisiere. -Desa manera -dijo Sancho-, no faltará ternera o cabrito. -En casa, por ahora -respondió el huésped-, no lo hay, porque se ha acabado; pero la semana que viene lo habrá de sobra.

Recibióme, pues, el huésped con peor cara que si yo fuera el Santísimo Sacramento; ni si lo hizo porque le comenzásemos a tener respeto, o por ser natural suyo de ellos, que no es mucho tenga mala condición quien no tiene buena ley. Pusimos nuestro hato, acomodamos las camas y lo demás, y dormimos aquella noche.

Un reclinatorio á los piés de un Cristo y una pequeña biblioteca hacían sospechar que era el aposento del sacerdote, cedido á su huésped, segun la costumbre filipina de ceder al forastero la mejor mesa, el mejor cuarto y la mejor cama de la casa.

Explicaba Cacambo á Candido todo quanto decia el huésped, y lo escuchaba Candido con tanto pasmo y maravilla como tenia en decírselo su amigo Cacambo. ¿Pues qué pais es este, decían ambos, ignorado de todo lo demas de la tierra, y donde la naturaleza entera tanto de la nuestra se diferencia?

Al día siguiente se trasladó el magnate, a pesar de las vivas representaciones de su huésped para que se quedase al menos mientras no llegasen los otros. Sorprendió vivamente a la población aquel traslado.