Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 17 de octubre de 2025
Sin embargo, si intenta cometer alguna mala acción, pueden ustedes mencionarle, como de paso, que Enrique Hales vive todavía, y está pensando en venir a Londres para hacerle una visita matinal. Observen entonces el efecto que estas palabras producirán en él y el anciano se rió, añadiendo: ¡Ah! señor Pájaro Dawson, me imagino que todavía tiene que arreglar sus cuentas conmigo.
Yo temía, no, estaba convencida de que el terrible secreto de mi padre que conocía Hales, era una espantosa verdad, y sólo anteayer he conseguido, con la ayuda del anciano señor Hales, descubrir, en una calle del bajo de Grimsby, a un hombre de apellido Palmer, exmarinero del buque «Annie Curtis», el cual estuvo presente cuando murió el italiano.
Estoy demasiado contento y desearía que todo el mundo en Yorkshire estuviera tan confortable como yo en este tiempo tan duro. La anciana pareja parecía sentirse halagada por nuestra visita, y nos ofrecieron bondadosamente un vaso de cerveza fuerte. Es cerveza casera declaró la señora Hales.
Hasta ayer ignoraba por completo el verdadero móvil que había existido para obligarme a este casamiento, pero, ahora que lo he descubierto, veo cuán hábil y astuta ha sido la mente que lo ingenió. Herberto me buscó desde un principio, según parece, porque había oído al anciano señor Hales hacer una observación casual sobre la misteriosa y gran fortuna de mi padre.
Porque contestó al fin lentamente, en una voz trémula y tan baja, que apenas pude oír las fatales palabras que pronunció ¡porque ya estoy casada! ¡Casada! exclamé tartamudeando y quedándome rígido. ¡Y su esposo! ¿Cómo se llama? ¿No adivina usted? me preguntó. ¿No lo sospecha? El hombre que ya ha tenido oportunidad de conocer: Herberto Hales.
¿Entonces nos ayudará usted? exclamé con vehemencia. ¿Puede usted salvar a Mabel Blair si quiere? Haré todo lo que pueda fue la respuesta de Hales, porque reconozco que se está tramando por alguna parte una ingeniosísima conspiración.
Lo veía a menudo, y aun cuando sabía que llevaba una vida precaria cuidando caballos de carrera, le dejé que me festejara. Al principio, lo confieso, me enamoré de él, cosa que no pasó inadvertida para Herberto Hales, y durante ese verano en Mayvill, al caer la noche, tuve muchas entrevistas secretas con él en el parque.
Palabra del Dia
Otros Mirando