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Actualizado: 27 de junio de 2025
El clero, a quien yo había enriquecido, me acusaba de hechicero, el pueblo me apedreaba, y la viuda de Marques, cuando me quejaba de la dureza granítica de los garbanzos, poníase en jarras y gritaba: ¿Qué quiere usted más? ¡Aguantarse! ¡Valiente perdulario!
Tal es el contraste entre las partes diversas que constituyen el gran edificio, que se puede conocer desde lejos á qué formación pertenecen. Desde una cima aislada que domina extenso espacio, se distingue fácilmente la arista ó la cúpula de granito, la pirámide de pizarra, ó la pared de roca calcárea. La roca granítica se revela mejor en las cercanías inmediatas del pico principal dé la montaña.
Esta fuente tendrá unas dos varas y media de altura, y se compone de un pilar redondo, del centro del cual sale un recio fuste ó árbol, que luego se convierte en gracioso grupo de niños, muy bien esculpido; todo ello de una sola pieza y de piedra bastante parecida al mármol, aunque de la especie granítica.
El poeta ha reconstruido aquel gigantesco edificio, no tal como fué, sino tal como lo imaginaban los pueblos. La más alta montaña, era un sillar para aquella granítica muralla.
Próximamente una hora después de haber salido de la aldea de Charmes, Hullin trepaba por la cumbre del monte y llegaba al pie del peñón de los Madroños. Alrededor de aquella masa granítica se extiende una especie de terraplén de tres a cuatro pies de ancho.
El vértigo, la grandiosidad, lo insondable, lo indefinido; masas de agua que se coloran, que chocan, que ensordecen; abismo que atrae y que fascina; transparentes trombas que se cristalizan, se retuercen, y por último se esparcen en gigantescas cabelleras, cuyos hilos de plata al rozar en la roca se descomponen y se elevan en tenues vapores; millones de preciosos cambiantes con los que se ilumina la granítica cárcel, en la que el Sumo Hacedor guarda una de sus más bellas creaciones; sombras queridas que forja la fantasía envueltas en transparentes encajes de espuma; tiernas evocaciones de otras edades y otros tiempos; gratas reminiscencias de seres amados; consoladoras fantasmas surgidas de las compactas brumas; misteriosos ruidos que suplican, amenazan, suspiran ó maldicen, es lo que instantáneamente se agolpa y embarga nuestros sentidos al llegar al borde de aquel abismo, en cuyo negro fondo truena la grandeza del Dios del Sinaí, recordando á los mortales el terrible Dios ira de los inmutables y eternos fallos.
Palabra del Dia
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