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Don Diego andaba siempre en el campo, de caza ó atendiendo á las labores. Sus dos hijos, D. José y D. Fadrique, quedaban al cuidado de la chacha Victoria y del P. Jacinto, fraile dominico, que pasaba por muy docto en el lugar, y que les sirvió de ayo, enseñándoles las primeras letras y el latín.

La observacion era justa; por allí no había escapatoria. Yo no soy el gobierno y no puedo responder de sus actos. ¿Qué quieren los estudiantes que hagamos por ellos dentro de los límites en que estamos encerrados? No oponerse á la emancipacion de la enseñanza, sino favorecerla. El dominico sacudió la cabeza. Sin decir mi propia opinion, eso es pedirnos el suicidio, dijo.

La encabezan unos jóvenes tachados de demasiado reformistas y avanzados por no decir otra cosa, añadió el secretario mirando al dominico. Hay entre ellos un tal Isagani, cabeza poco sentada... sobrino de un cura clérigo... Es un discípulo mío, repuso el P. Fernandez, y estoy muy contento de él...

Después de este giro en transposición, que es, naturalmente, grave y solemne, el dominico cobró bastante serenidad y aplomo. Fuera de la zapatería, y suscrito en el círculo de la paradoja, que es un cuadrado, porque es el ecuménico, soy fanático y hasta teísta macilento; pero dentro de la zapatería, y en ridículo, soy analfabético. Este es el maremágnum de la clase y del bien eliminar.

, respondió Pococurante, bella cosa es escribir lo que se siente; que es la prerogativa del hombre. En nuestra Italia toda solo se escribe lo que no se siente, y no son osados los moradores de la patria de los Césares y los Antoninos á concebir una idea sin la venia de un Domínico.

¿Qué contribucion? ¡La del monumento! ¿Qué monumento? ¡Toma! el del P. Baltasar ¿no lo sabías? Y ¿quién es ese P. Baltasar? ¡Sopla! ¡pues un dominico! Por eso acuden los Padres á los estudiantes. Anda, ¡larga tres ó cuatro pesos para que vean que somos espléndidos! Que no se diga jamás que para levantar una estátua han tenido que acudir á sus propios bolsillos.