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Actualizado: 21 de junio de 2025
Y con esto y con el gran miedo que tenía y con la brevedad del tiempo, la negra longaniza aun no había hecho asiento en el estómago, y lo más principal, con el destiento de la cumplidísima nariz, medio cuasi ahogándome; todas estas cosas se juntaron y fueron causa que el hecho y golosina se manifestase y lo suyo fuese vuelto a su dueño; de manera que, antes que di mal ciego sacase de mi boca su trompa, tal alteración sintió mi estómago, que le dio con el hurto en ella, de suerte que su nariz y la negra mal mascada longaniza a un tiempo salieron de mi boca.
Volví a ver los hombres de nuevo, grandes como no son; y abrí los ojos buscando mi cicerone. No vi nada, sino el gran cuasi por todas partes. Es cosa generalmente reconocida que el hombre es animal social, y yo, que no concibo que las cosas puedan ser sino del modo que son; yo, que no creo que pueda suceder sino lo que sucede, no trato por consiguiente de negarlo.
Sí, ella se lo había asegurado, el amor de los artistas era así, extremoso, loco en la voluptuosidad; pasaba por una dulcísima pendiente del arrobamiento ideal, cuasi místico, a la sensualidad desenfrenada.... En fin, él veía visiones; pero ¡qué hermosas, qué sabrosas!
Los nuestros Guaranís, como señores, Toda la tierra cuasi dominando, Por todo el Paraná, y alrededores Andaban crudamente conquistando. Los brutos, animales, moradores Del Paraguay, sugetan
Terrosa adherencia mataba el brillo del bronce, del nácar, de la concha. ¡Muebles cuasi espectrales! Las antepuertas, los tapices y todas las colgaduras, cubiertas de telaraña, pendían con hipnótica apariencia, y el polvo aclaraba, a manera de luz, los pliegues de medio siglo. Ramiro, al entrar, oyó carreras furtivas bajo los muebles. Un taladro dejó de roer.
En ella se cifra nuestro siglo de medias tintas, de medianías, de cosas a medio hacer: de todas las palabras que reinan en figuras de hombres y cosas por allá abajo, ésta es en el día la que reina sobre todas, CUASI. Ese es todo el siglo XIX. Obsérvala: a cada una de sus facciones le falta algo; no es más que un perfil: ni está de pie, ni sentada. Vestida de blanco y negro, día y noche.
Bernáldez, que alojó en su casa al aludido, contaba: «vino el Almirante en Castilla en el mes de Junio de 1496 vestido de unas ropas de color de hábito de San Francisco de la observancia e en la hechura poco menos que de hábito y con cordón de San Francisco por devoción». Las palabras del P. Las Casas, no son menos claras: «y él, porque era muy devoto de San Francisco, vistióse de pardo, y yo le vide en Sevilla al tiempo que llegó de acá vestido cuasi como fraile de San Francisco».
En Constantinopla mismo, un Imperio cuasi agonizante, una civilización cuasi naciente, y un sultán cuasi ilustrado con costumbres cuasi europeas. En Inglaterra, una industria y un comercio, monopolio cuasi del mundo; un orgullo nacional cuasi insufrible; y otro cuasi rey que no decide cuasi nada; una mayoría cuasi whig. Un gobierno cuasi oligárquico, que tiene la audacia de llamarse liberal.
Tantos estados cuasi como ciudades: cuasi presa del Austria. La antigua Venecia cuasi olvidada. Un Supremo Pontífice, en el día cuasi pobre, y del cual cuasi nadie hace caso. Vuélvete al Norte. Pueblos cuasi bárbaros, regidos por un Emperador cuasi déspota en un país cuasi despoblado y desierto.
Pero bien arrepará la cosa, no iba usté muy apartau de lo justu, porque si no es el Ebru ahora propiamenti, no tarda muchu ratu en alcanzali pa dirse juntus los dos en una mesma pieza por esus mundos ayá; y tan Ebru resulta ya el unu como el otru. Y este valle, ¿cómo se llama? Esta parte de él que vamus pisandu, pa el cuasi, Campóo de Arriba.
Palabra del Dia
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