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Actualizado: 4 de julio de 2025
En realidad, Adriana ejercía sobre ella un gran dominio que nadie hubiera sospechado al verlas juntas, según Charito la censuraba y le imponía consejos que eran siempre escuchados, aunque nunca seguidos. Adriana, por el contrario, obtenía de ella, sin parecerlo, todo lo que quería. Voy a proponerte algo, le dijo, para poner a prueba tu amistad.
Lo primero que a la santa se le ocurrió, para empezar, fue una ampliación de lo que había dicho en la casa de Severiana. «Si quiere usted que seamos amigas y que le dé buenos consejos, es preciso que tenga conmigo mucha confianza y no me oculte nada, por feo y malo que sea. Hay en su vida de usted un punto muy oscuro. Usted está casada y no quiere a su marido; así me lo confesó el otro día.
Pero se ha levantado el estado de sitio y el duelo no es ya contrario a las leyes del honor. EL VIZCONDE. No es que tenga miedo; pero yo había contado con un breve aplazamiento a fin de adiestrarme. EUSTAQUIO. Voy a enseñarle a ponerse en guardia. Si sigue usted bien mis consejos, no arriesgará gran cosa.
Ya lo creo. ¿No es bastante rezar una vez? Si es usted una perfecta santa. ¿No le parece á usted que es bastante una vez? preguntó Paula con mucha, ansiedad. Sí; y debe usted tratar de reponerse. ¿Cómo ha dicho usted, Clarita? ¿Reponerme? Veo que sabe usted dar muy buenos consejos. Reponerse, sí ... Distraerse un poco.... Salir....
Sonrió al oír esta última frase, que le pareció con razón irrisoria, puesto que todos los consejos que nos habíamos dado mutuamente tan poco habían servido hasta entonces. Si te prestas a hacerme un servicio lo acepto dijo. Puedes realizarlo sin mucho trabajo.
Señor duque, yo no tengo culpa respondía Biggs con marcado acento inglés . He recibido instrucciones. Las instrucciones son dadas según los consejos de un zorro viejo que hay en Madrid. ¡Oh, duque! exclamó Biggs riendo, no hay sorro vieco, no. Y la discusión continuó sin que el banquero español pudiese obtener nada del inglés, pero dejándole bastante preocupado.
Los Griegos quando supieron el camino que los Catalanes habian tomado, poco seguros de que no volviesen, no los quisieron irritar, aunque la presteza de su camino fué de manera, que aunque les quisieran seguir no pudieran alcanzalles, y quedaron con nuevos temores de gente, cuya industria, y valor excedia todas sus fuerzas, y consejos.
Mandó el rey juntar a los discípulos, para que pusiesen en libros la historia y los sermones y los consejos de Buda; y puso a los discípulos a sueldo, para que el pueblo viese juntos el poder del rey y el del cielo, de donde creía el pueblo que había venido al mundo Buda.
El verro parecía darle consejos, y el pobrecillo le contestaba con gestos afirmativos. ¿Y qué? volvió a preguntar Febrer.
Palabra del Dia
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