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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Cuando hablaba al corro de la familia, su mirada iba dirigida a ella, como si entre los demás no hubiera ninguno capaz de comprenderle. Las creaciones de su pincel nadie las veía primero que la esposa de Gonzalo, y si de alguien estimaba la admiración, era de ella.
¡La piedad! dijo deteniendo su caballo y volviendo lentamente hacia mí sus ojos medio cerrados por el desprecio. No tengo la dicha de comprenderle á usted.
Auvray continuó: «Ya ve usted señorita, que la conozco. ¿Y a usted, jamás le ha dicho su instinto de mujer que muy cerca de usted, en la casa de enfrente, había un joven que poseyendo algunos bienes, vive solo y aislado y necesita un corazón amante y cariñoso que sepa comprenderle? ¿No ha adivinado usted que aquí había un hombre capaz de dar su sangre, su vida, y su alma al ángel que bajase del Cielo para llenar el vacío de su triste existencia, y cuyo amor no sería un capricho profano y ridículo, sino una adoración eterna?
La lectura de libros antiguos, aun de puro pasatiempo, requiere cierto aparato de erudición y bastante fantasía, discreta é ilustrada, para trasladarse en espíritu á la edad en que cada autor escribió, y comprenderle y sentir con él como su contemporáneo, juzgándole después sin pasión y volviendo, al hacer el oficio de juez, á vivir en la edad en que ahora vivimos.
¡Oh! ¡sí! me ha bastado con lo que Amparo me ha dicho de usted, y con verle después una sola vez, para comprenderle: tiene usted el alma virgen, sedienta, cansada de un mundo donde no vive bien: hastiada de todo, escéptica, porque ha perdido la esperanza, y ha encontrado usted en Amparo algo de lo que buscaba y no había podido encontrar. ¡Lo ha encontrado usted de noche, recogiendo los despojos del lujo y de la miseria, teniendo por único amigo un perro, por único amparo Dios!
Era su noche. El discursito cuidadosamente preparado había obtenido un éxito enorme. Las miradas de todas las señoras que podían comprenderle iban hacia él con admiración y gratitud. «¡Qué monada el tal Maltranita!... ¡Qué hombre tan dije!... ¡Qué habilidoso!...» Y él aceptaba con modestia estos elogios formulados por las damas según los términos admirativos de cada país.
Palabra del Dia
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