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Actualizado: 16 de junio de 2025


Era indudable que caíamos en plena escena de familia. La abuela y yo cambiamos rápidamente una mirada de estupor, pero era imposible retroceder. El salón de los Brenay, siempre tan animado, tan alegre, tan en armonía con los gustos de los dueños de la casa, me pareció ensombrecido por negras nubes cuando tomé posesión de una silla al lado de Petra.

No me costó trabajo probarle con qué intenciones de sumisión tornaba a ella; las comprendió a la primera mirada que cambiamos.

Poco después de mediodía, guardé mis cosas dentro de mi valija, e impelido por un poderoso deseo de regresar para poder defender los intereses de Mabel Blair, abandoné Lucca, partiendo para Londres. Babbo me acompañó hasta Pisa, donde cambiamos de trenes; él para retornar a Florencia y yo para tomar el coche-dormitorio del expreso que corre de Roma a Calais.

Nos saludamos, cambiamos algunas palabras, y de buenas a primeras, sonriendo mefistofélicamente, me pregunta: «¿Ha leído usted los últimos artículos de Morel en El Noticiero...? ¡Prodigioso...! ¡Enorme...! Léalos usted si quiere pasar un buen rato... Indudablemente ese hombre es un loco o un idiotaLos dos habían empleado iguales calificativos. ¿No tiene gracia?

El malagueño volvió a reír, diciendo con protección: Vamo, no ze críe uzté bilis, ahora que está uzté en vízperas de ser feliz. ¡Nada, nada: lo dicho! repliqué, con las mejillas encendidas ya y con acento más imperioso. A la zalú de uzté y de zu gachona dijo por toda contestación, sorbiendo una caña. Cambiamos de conversación, y volvió a reinar la alegría y cordialidad.

Alrededor de aquel modesto baluarte, se agrupan unas cuantas casitas que vienen á formar el barrio á que da nombre la ensenada; aquel pertenece al pueblo de Atimonan. A las seis de la tarde orzamos á estribor, cambiamos vela, y enfilamos la bocana del río Calilayan, á cuyas márgenes se asienta la visita de dicho nombre.

Cambiamos un apretón de manos y no hubo más. La de Ribert, a quien encontré al salir de la Catedral, me dio broma amablemente sobre mi repentino desencanto respecto de nuestros estudios... Protesté, pero débilmente y sin convicción. Para explicar mi cambio de actitud alegué unos trabajos urgentes de pintura.

Ella se irritó y hemos estado enfadados una semana entera, con motivo de ese Gerardo, que la corteja sin ocultarse. Encontraba yo que ella aceptaba y hasta buscaba imprudentemente sus galanteos y que se comprometía. Hícele la observación y ella la tomó con altanería e impaciencia. La acusé de ser una coqueta y de hacer doble juego, y ella se indignó, por lo que cambiamos palabras crueles.

No las critico ni las excuso; nadie puede decir con certeza quién tiene razón y quién no la tiene. ¡Cambiamos de creencias con tanta facilidad los seres humanos!... Antes de que usted viniese á este país yo pensaba de un modo, y ahora reconozco que veo las cosas de distinta manera.... Pero no nos salgamos de la lección.

Palabra del Dia

vorsado

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