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Actualizado: 26 de noviembre de 2025
Si tú lo abandonas, tendrás que buscar otro capitán. Huirás por miedo y pondrás en tu sitio á un hombre que desafíe á la muerte por mantener á su familia. ¡Gloriosa hazaña!... Tú, mientras tanto, estarás en tierra, rico y seguro... ¿Y qué vas á hacer en tierra, cobarde?» Su egoísmo no supo qué contestar á tal pregunta.
11 Porque el Hijo del hombre es venido para salvar lo que se había perdido. 12 ¿Qué os parece? Si tuviese algún hombre cien ovejas, y se perdiese una de ellas, ¿no iría por los montes, dejadas las noventa y nueve, a buscar la que se había perdido? 13 Y si aconteciese hallarla, de cierto os digo, que más se goza de aquella, que de las noventa y nueve que no se perdieron.
Ni los colores que han de dar vida al cuadro de las costumbres de un pueblo o de una época pudieran por otra parte tomarse en un cálculo determinado y reducido; la mezcla atinada de todas las gradaciones diversas es la que puede únicamente formar el todo, y es forzoso ir a buscar en distintos puntos las tintas fuertes y las medias tintas, el claro obscuro, sin los cuales no habría cuadro.
2.º A buscar para uso propio, un acomodo neo-romántico, una pasión verdad, compatible con su afición a las formas amplias y a las turgencias hiperbólicas, que él no llamaba así por supuesto. ¿Quién está arriba? preguntó a un criado, seguro de que estaría la Regenta «porque se lo daba el corazón». Hay dos señoras. ¿Quiénes son? El criado meditó.
Había ido rápidamente a buscar su sombrero y su sobretodo, conservando sólo la presencia de espíritu necesaria para darse cuenta de que no debía pasar por un insensato; pero se lanzó a caminar en la nieve sin preocuparse de su calzado de baile. Minutos después se dirigía rápidamente a las canteras en compañía de Dolly.
Tratábase de alcanzar allá arriba, en la última tabla, cierto frasco de cerezas en aguardiente que hacía diez años que aguardaba a Mauricio, y con cuya apertura quisieron obsequiarme. A pesar de los ruegos de Mamette, el viejo se había empeñado en ir a buscar él mismo las cerezas, y encaramado sobre una silla, con gran espanto de su mujer, pretendía alcanzarlo.
Convaleció nuestro hombre, no sin que se temiese por su vida, y tan escarmentado quedó, que ni osó volver a poner sus ojos en aquella dama, ni a buscar a Cedacillo para tomar venganza del rapapelo que había sufrido.
Yo no soy casado, ni hasta agora me ha venido en pensamiento serlo; y, con todo esto, me atrevería a dar consejo al que me lo pidiese del modo que había de buscar la mujer con quien se quisiese casar.
¡Ahora! arguyó Quilito desalentado, ¡imposible! ¿Y por qué no? todo está en buscar comprador... conque, hijo mío, manos a la obra; tu vieja tía ha de salvarte.
En vista de tantos y tan repetidos ejemplos no cabe dudar ni buscar nuevas pruebas: las palabras usadas podrán ser distintas en la forma, pero no en el fondo y todas nos revelan una misma idea en el sistema de numeración.
Palabra del Dia
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