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Actualizado: 18 de octubre de 2025
En comprobación de este aserto contaba D. Fadrique varias anécdotas, entre las cuales ninguna le gustaba tanto como la del bolero. D. Fadrique bailaba muy bien este baile cuando era niño, y D. Diego, que así se llamaba su padre, se complacía en que su hijo luciese su habilidad cuando le llevaba de visitas ó las recibía con él en su casa.
Y al decir así, señalaba el teniente al corro de los grumetes. Mientras los paisanos punteaban y repicaban un paso de baile regional, los grumetillos habían elegido el zapateado, donde la viveza del meridional bolero se une al vigor muscular que requieren las danzas del Norte.
Estas seguidillas deben mirarse como la matriz de casi todos aquellos bailes nacionales, tan celebrados ahora por todos los españoles á quienes no ciega la afición á lo extranjero, y famosos también fuera de España. Una descripción de él dará una idea aproximada de otros que se le parecen, con ligeras modificaciones, como El Fandango, Bolero, etc.
¡Si me querían mucho...! Ayer me tuvieron toda la noche bailando el bolero y la cachucha, en medio de un corrillo donde había más de cuarenta oficiales. Asunción y Presentación seguían esperando con ansia la ocasión de reír; pero ésta no llegaba, y consultando el rostro de su madre, veíanle cada vez más borrascoso. Las dos estaban muertas de miedo.
A no ser dijo Eloísa, con remilgada sonrisa que celebréis con los alemanes el azahar y las naranjas; con los franceses, el bolero, y con los ingleses, el vino de Jerez. ¡Ah! Eloisita exclamó entusiasmado Polo , ese chiste es tan espiritual, que si no es francés, merece serlo. En lo que decía, plagiaba Polo, según su costumbre, un conocido dicho francés.
Palabra del Dia
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