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Actualizado: 29 de noviembre de 2025


Esto decía entre dientes, entre sus treinta y dos dientes más blancos y afilados que los de un lobo. Ordenó a su cochero que se retirase a casa, y se dirigió, a paso lento, hacia el círculo de los Caminos de Hierro. Allí encontró dos amigos y les refirió su aventura.

Este singular retraimiento de la noble dama, tomó sin duda en boca del pueblo andando el tiempo color de mas novelesca aventura.

Allí apareció por segunda vez la pintoresca, ingeniosísima y mordicante novela de costumbres políticas, Los Hombres de pro, preludio de Don Gonzalo, y glorioso trofeo de la única campaña electoral y de la única aventura política de Pereda.

En palacio es el perderse muy fácil dijo la dama , y os aconsejo que si alguna vez entráis en él, os andéis con pies de plomo; ¿y no os ha acontecido más aventura después de haberos... perdido en el alcázar? , por cierto: ¿no os parece una muy singular aventura esta en que me encuentro con vos, á quien no conozco, que se me os habéis venido sin saber de dónde y que...? ¿Y qué...?

Pues todo esto que yo te pinto son incentivos y despertadores de mi ánimo, que ya hace que el corazón me reviente en el pecho, con el deseo que tiene de acometer esta aventura, por más dificultosa que se muestra.

En las perdidas tan grandes, y tan lastimosas, como la que V. Ex.^a ha hecho, no han de acudir Los que mucho aman, y deuen con otra consolacion, sino con ayudar a sentirlas, y llorarlas. A esto huuiera yo ydo sino huuiera sabido del sentimiento de V. Ex.^a ser tan grande, que excede a la obligacion q. tiene a no macerarse de manera, q. ponga en aventura su salud, y vida.

Así que vemos a una mujer casada corriendo una aventura, lo primero que decimos es: «Esa mujer no está conforme con su marido», si es que no aseguramos: «Esa mujer aborrece a su marido». Si meditásemos con calma y observásemos con cuidado comprenderíamos que es injusta la sospecha.

No era aburrimiento lo que tenía Miranda: era su mal del hígado, furiosamente exacerbado con el despecho de la ridícula aventura que cortó el viaje de novios.

Al día siguiente, Ramiro descendió, como de costumbre, por la cuesta de Santa María de Gracia y dirigiose a los sitios más frecuentados del arrabal de Santiago, dispuesto a escoger su aventura. Bajo aquel mediodía radiante de junio, la plaza del Rollo presentaba el aspecto de un mercado berberisco.

La estudié con mucho interés, porque, como todo el mundo, había encontrado á ese joven en sociedad y su familia me inspiraba vivas simpatías. No lo conocía con bastante intimidad para recusarme, pero para formar un serio empeño en poner en claro aquella conmovedora aventura.

Palabra del Dia

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