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Actualizado: 12 de mayo de 2025
De un bocado se tragará Cortes y Regencia. Es el hombre de mejores ocurrencias que he visto en mi vida, y de seguro ha venido aquí a reírse de sus compañeros de procuraduría. ¿No es aquel que está a su lado D. Antonio Capmany? ¡Miren qué facha! No se puede estar quieto un instante y baila como una ardilla. Ese que se sienta en este momento es Mejía.
Pasamos así horas, inmóviles, en el mismo sitio. La languidez de la tarde había acabado con mi impaciencia. Serían las cinco o cinco y media cuando el mar comenzó a rizarse con olas redondas, blandas, que fueron tomando anchura y cuerpo con rapidez. El chico se subió por el palo del patache, como una ardilla, a arreglar una polea. El viento volvía de nuevo; comenzamos a navegar despacio.
Probaré, señora maga, probaré dijo Loppi, suspirando. Como una ardilla, como una paloma, como un cordero estuvo al otro día en la mesa Masicas, que comió sopa dos veces, y tocino tres, y luego abrazó a Loppi, y lo llamó: «Loppi de mi corazón».
Por otra parte el hecho no me molesta lo más mínimo. Tragomer se detuvo en el segundo al oir en el piso de arriba violentos gritos. Oigo chillar, como dice la señora del perol; señal de que nos aproximamos. Subieron otro tramo empinado como una escala. ¡Uf! exclamó Marenval. Este es un tercero que vale por dos. Déjeme usted tomar aliento, Tragomer; usted trepa como una ardilla...
Mochi, el tenor bajo y gordo, era como una ardilla y hablaba más que un sacamuelas, pero en italiano cerrado, y con suma elegancia en los modales. Hablaba con el maestro director que se reía siempre, y Reyes, que no entendía a Mochi, pero que creía adivinarle, sonreía también.
Palabra del Dia
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