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Actualizado: 8 de julio de 2025
Con excepcion de Manzanares, villa de mas de 10,000 habitantes, donde, gracias al cercano riachuelo Azner, hay algunas alamedas vergonzantes que sorprenden al viajero en esas soledades, las demas poblaciones parecen vivir como en el desierto.
Había risas, violentas discusiones, ensayos vergonzantes de discursos. En un grupo se discutía el panteísmo, en otro la necesidad de rebajar el presupuesto de marina; más allá se narraba una aventura escandalosa, mientras cerca comentaban unos señores la última encíclica de Su Santidad. ¡Curioso! ¡curioso! ¡curio-sí-si-mo! En el centro de un grupo tronaba y relampagueaba el ilustre Pareja.
De todo recelan los villaverdinos; a nadie conceden su confianza; todo se lo temen de los extraños, tanto lo malo como lo bueno; nada les place; todo lo censuran; a nada se atreven por miedo a los demás; viven con el día y nunca piensan en lo venidero. De aquí que no prosperen ni adelanten; de aquí su mezquindad y su pobreza vergonzantes. Son una especie de cristianos fatalistas.
Así pensaba la tía Silda, y según sus ideas, más o menos animosas, apresuraba o acortaba el paso; en la esquina de Piedras se paró, porque al mirarse en el espejo de un escaparate, se vió de cuerpo entero, la estampa viva de esas pobres vergonzantes, viudas de pega, generalmente, que andan hocicando en las casas ricas, de mantón y velo color de ratón, con lágrimas perennes, como cristalizadas, en los ojos, y en la mano, cubierta a medias por mitones agujereados, el certificado, amarillo y grasiento, de la parroquia, lleno de borrones y de firmas ilegibles.
Perdóneseme que pase de los monumentos personales y los teatros, ex abrupto, á las caballerizas reales, monumento elevado á los caballos y las mulas de la Corte con mucho mayor esmero que las vergonzantes estatuas ó columnas consagradas á la gloria de los grandes genios. Si de la transicion surge un curioso epígrama, la culpa no es por cierto mia.
Allá en su fuero interno, durante largas noches de insomnio y hasta de vergonzantes lágrimas, ¡cuánto había meditado Laura sobre Coca... y don Mariano! El hecho era que don Mariano no se había fijado en ella, sino en su hermanita, y que ésta creía ahora corresponderle... Al principio, pareciole absurdo a Laura el casamiento de Coca y el estanciero.
Palabra del Dia
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