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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Fue sólo aquella noche cuando Pedro le preguntó si había leído el billete que de Elisa él le trajera, que Beatriz advirtió la turbación y el desconcertado continente del marqués. ¿Ha ido usted hoy a casa de la señora de Aymaret? le preguntó la señorita de Sardonne. Sí... y aun hemos tenido una conversación muy larga... y muy interesante. ¡Ah! exclamó aquélla , ¿y sobre qué? Acerca de usted misma.
Los médicos estaban de acuerdo en que la única medicina para curar a la Princesa, era traerle vivo el pájaro verde. Mas ¿dónde hallarle? Inútil fue que le buscasen los más hábiles cazadores. Inútil que se ofreciesen sumas enormes a quien le trajera.
Profesaba el artista una sincera estima a la joven señora, y adivinando en la actitud a la vez turbada y resuelta de aquélla, el particular que la trajera, tomó un aire grave. ¿Viene usted a hablarme, señora? le dijo. Sí, tengo que hablarle... pero no me desaliente de antemano... sea bueno y complaciente conmigo, se lo ruego.
Aquello era, cuando menos, una tregua en la espantosa agonía que estábamos sufriendo todos dentro de aquellos ennegrecidos muros. Pero si el que llamaba no era Chisco o quien nos trajera noticias suyas y de los demás ausentes, ¿no había para matarle, fuera quien fuera?
Palabra del Dia
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