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Actualizado: 25 de junio de 2025
Lo que le producía esta venta lo guardaba para sí, y el jornal de la semana lo ponía íntegro el sábado en manos del buñolero; pero lo que más le gustaba era entregárselo a Isabelita, diciendo: «Anda, da eso a tu padre.» Los demás aprendices, envidiosos de aquel compañero de quien se hacía más caso que de ellos, comenzaron a tomarle tirria y jugarle malas pasadas.
A cuenta de que el hombre me debía de tener tirria, porque se remontó y dijo que él no tenía colocaciones. ¡Y un judío portero me puso en la calle! ¡Re-contra-hostia!, ¡si viviera Calvo Asensio!, aquel sí era un endivido que sabía las comenencias, y el tratamiento de las personas verídicas. ¡Vaya un amigo que me perdí!
Otro de sus motivos favoritos de conversación era explicar la causa de la tirria que tenía a los Borbones, citando continuamente como uno de los libros que más le entusiasmaban, un folleto publicado a raíz de la Revolución del 68, en cuyas páginas figuraba la estadística de las víctimas que aquella dinastía costó a España desde que Felipe V entró a reinar.
No, no podía ser castigo, porque él no era malo, y si lo fue, ya se enmendaría. Era envidiable, tirria y malquerencia que le tenían, por ser autor de tan soberana eminencia. Querían truncarle su porvenir y arrebatarle aquella alegría y fortuna inmensa de sus últimos años.... Porque su hijo, si viviese, había de ganar muchísimo dinero, pero muchísimo, y de aquí la celestial intriga.
Pues yo quisiera hablar con él, por ver si quiere tomarme... Le tomará a usted medidas. Eso dice... ¿Qué? Que está furioso... Loco perdido. A mí por poco me mata esta mañana de la tirria que me tiene. En fin, el disloque. Se muda de Santa Casilda... Se va a las Cambroneras. Le ha dado la tarantaina, y baila sobre un pie solo».
Claro está que á mí me convendría que instantáneamente trocasen esos barbarotes en amor y agradecimiento la tirria y la ingratitud que me tienen, pero quizá cometa un pecado muy gordo empeñándome en dar gusto á todos en vez de darle sólo al que lo mereciese; y pedir que Dios me exima de la expiación de ese pecado, es pedir gollerías.
Palabra del Dia
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