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Actualizado: 18 de junio de 2025
Es la Maya como dicen los Vedas, es el velo de la ilusión el que, cubriendo los ojos de los mortales, les hace ver un mundo del cual no puede decirse si existe o no existe, un mundo que semeja a un sueño, a la radiación del sol sobre la arena, donde el viajero de lejos cree percibir un lago.
Como la comparacion, por poca que sea, implica un acto reflejo, la sensibilidad no compara: de donde resulta, que cuando el sujeto no hace mas que sentir, no puede apreciar las diferencias de las sensaciones, midiendo los grados de su viveza, ni tampoco percibir la existencia ó la falta del órden y constancia de su enlace.
Como quiera, no necesito insistir sobre este punto, porque tengo ya largamente ventiladas estas cuestiones, en los dos libros de que se compone el tomo presente. Para percibir la extension, necesitamos sentirla; luego no podemos decir nada relativo á la extension sobre un objeto que no sentimos. Pero aunque esta respuesta podria atajar el curso de las objeciones, no quiero limitarme á ella.
Lo primero envuelve un juicio negativo, que se puede expresar por una proposicion negativa; y lo segundo es la simple ausencia del acto de percepcion que nada tiene que ver con la cosa: lo primero es objetivo, lo segundo es subjetivo. Al dormir no percibimos las cosas; pero esta no percepcion no equivale á percibir que no sean.
Pocos minutos tardó en oír el chapoteo de los remos y en percibir el bulto del esquife. Así que encalló, se apresuró a saltar en él; pero antes de que Úrsula lo pusiese otra vez a flote y se alejase de la orilla, tuvo cuidado de sacar un fósforo y mantenerlo encendido hasta que se concluyó.
He dicho que la sucesion envuelve exclusion recíproca de las cosas que se suceden: y la principal de las exclusiones es la del principio de contradiccion; al percibir el tiempo, percibimos la sucesion; luego hemos percibido ya la contradiccion.
Bebió a grandes tragos el veneno de la herejía sin percibir su sabor, con la esperanza de que al agotar el vaso quedaría perfectamente tranquilo, seguro para siempre de la insensatez y maldad que encerraba todo lo que se opusiera a la Iglesia de Cristo. Mas ¡ay! no sucedió así. Al cabo de algunos meses la duda levantó su cabeza hedionda en su espíritu atribulado.
Por medio de todas estas afecciones de los objetos externos aplicados á nuestros sentidos, podemos bastantemente percibir lo que sea util, ó dañoso, proporcionado, ó improporcionado respecto de nosotros.
Al verla pasar la puerta del tabuco creyó percibir en su oído un lamento desgarrador. Se iba para no volver: se cumplirían los presentimientos de la enferma. ¡La perdía para siempre! La cuesta de las Cambroneras y el paseo de los Ocho Hilos fue una calle de Amargura.
Era él... Hubo en el interior cierto rebullicio que indicaba cólera y sorpresa; muebles removidos, palabras masculladas en sordina, y hasta creyó percibir Ojeda un principio de juramento. ¿Cuándo iba a cesar de molestarla con sus incorrecciones?... Esta conducta no era propia de un gentleman... No lo era...
Palabra del Dia
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