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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Azorín y Sarrió han recorrido la ciudad; luego, de pechos sobre el puente, han contemplado el río que se desliza turbio. A lo lejos, entre unos cañaverales, al pie del palacio episcopal, unos patos se zambullen y nadan. Y Sarrió, viendo estos patos, ha dicho: Esos patos que nadan en el río, ¡qué gordos que están, querido Azorín!
Sobre la ruta que recorren siembran torrentes de fecundidad. A dos ó tres brazas de profundidad desaparece el agua bajo la increíble abundancia del flujo materno do nadan las huevas del arenque. Cuando el sol empieza á extender sus dorados rayos sobre la tierra, es curioso ver, hasta donde alcanza la vista, por espacio de muchas leguas, el mar blanco del germen de los machos.
Las sardinas, que nadan en bancos, podían pasar inadvertidas gracias á sus lomos azules como el agua, librándose así de los peces y los pájaros que las dan caza. Viviendo en abismos donde la luz no penetra nunca, los animales pelágicos ignoraban la necesidad de ser transparentes ó azules como los seres neríticos de la superficie.
Tengo también una pareja de cisnes, a los cuales sólo les falta el esquife de Lohengrin. ¡Qué fastuosos y qué infatuados son estos cisnes! Nadan entre los patos con el aire de dos señores feudales entre una plebeya y vil democracia. Doy también grandes paseos por el campo. Y me quedo horas muertas mirando los teros.
Pero nosotros vamos río abajo, inertes y sin fuerzas; si avanzamos, es por la corriente, no por nuestro vigor, mientras otros pueblos más fuertes nadan y nadan, alejándose cada vez más. ¿En qué hemos contribuido a este progreso? ¿Dónde están nuestras manifestaciones de vida moderna?
Las treinta y cuatro columnas, altas, delgadas y sencillas, que sostienen la plataforma de esta gran fábrica, dan al edificio una gracia ateniense, fantástica, aérea; parece que nadan por la atmósfera. Aquellas columnas tienen la arrogancia atrevida y la idealidad misteriosa del obelisco.
En los barrios pobres las instalaciones son igualmente abundantes; pero la baratura declara la inferioridad del género. Hay una caliza dulzona que se vende por turrón, y unas aceitunas negras que nadan en tinta. De la Plaza Mayor hacia el Sur escasea el mazapán cuanto abunda el cascajo.
Palabra del Dia
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