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Entretanto, en el patio de la granja pasaban y repasaban las criadas, con una luz en la mano, de la cocina al comedor, y cuando el músico cesaba de tocar para tomar aliento, escuchábase el crujir de la prensa que estrujaba los racimos. Hallamos al señor Domingo junto al lagar; en aquel singular laboratorio lleno de ruedas en movimiento.

Algunos se acercaron al lagar, penetraron en él y departieron con los labradores que allí estaban; otros pasearon debajo de los árboles hasta los confines de la pomarada. El señor de las Matas fué uno de ellos. Enfrascado en sus meditaciones clásicas y repitiendo en voz baja la hermosa égloga primera de Virgilio caminó paso entre paso por la finca.

Desde entonces el mancebo comenzó a vivir en una inquietud imprevista, a concebir la virtud más difícil y a experimentar en toda su carne, tranquila hasta entonces, un hormigueo de instintos que mareaba por instantes su cerebro como vapor de cubas en el lagar.

De los parajes más lejanos del campo acuden hombres y mujeres á presenciar la lucha. También D. Félix sale por la puerta del lagar con sus comensales. Se les deja el sitio más elevado y cómodo para verla. El primero que empuña el hierro cilíndrico es Pachón de los Barreros. La barra parte de sus manos, se cierne en el aire y cae á larga distancia de sus pies con admiración del concurso.

Por último, poseía don Paco la casa en que vivía, donde no faltaban bodega con diez tinajas de las mejores de Lucena, un pequeño lagar y una candiotera con más de veinte pipas entre chicas y grandes.

El rostro del hijo belicoso de la tía Jeroma apareció en la compuerta. ¿Ya escapó ese cerdo? preguntó paseando una mirada siniestra por el lagar. Y como le respondiesen que , se apresuró á desempaquetarse.

Era esta de las buenas del pueblo, con corral donde había muchas gallinas, y con patio enlosado y lleno de macetas de albahaca, brusco, evónimo, miramelindos, dompedros y otras flores. Claro está que para las faenas rústicas del lagar, del trasiego del vino y de la confección del aceite, hombres y bestias entraban por una puertecilla falsa que había en el corral.

Y junto a la zapatería y al bazar podía contemplarse la revocada y hermosa fachada de su casa, situada en la calle más ancha y central del pueblo. A espaldas de esta casa y en no interrumpida sucesión, había patios, corrales, caballerizas, tinados, bodegas, graneros, lagar, molino de aceite, y en suma, todo cuanto puede poseer y posee un acaudalado labrador y propietario de Andalucía.

Ella trabajaba mucho, pero no se ha de negar que con fruto. Tenía casa propia, sin lagar y sin bodega, pero en lo restante casi tan buena como la de don Paco.

Y como de Carrio y Canzana eran los cinco ó seis paisanos que en el lagar quedaban rezagados, no es maravilla que todos estuviesen conformes en celebrar los nuevos acontecimientos y en vaticinar enormes prosperidades para el concejo.