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Actualizado: 3 de julio de 2025
¡Llego para hacer una gran justicia, porque vosotros no sois mis hijos!... ¡Sois hijos de Satanás! DON FARRUQUI
En el fondo oscuro, sus ojos sagaces descubren de pronto un bulto inmóvil, sin contorno ni faz, que simula la vieja escultura de algún santo. Se acerca más. Alarga una mano en las tinieblas, y antes de haber palpado, va siente como un fulgor de adivinación. Es Don Farruquiño. ¡Ah!... Sacrílego, te había reconocido. DON FARRUQUI
¡Entrad, si os atrevéis! ¡El que cruce esos umbrales no vuelve a salir! ¡Atreveos, miserables! DON FARRUQUI
¿Qué le dolerá más, sentir las espadas clavadas en el corazón o el arrancárselas? ¡Son siete, y no cabe mentir!... ¡Son siete, como las espadas de la Virgen!... Siete de espadas, te jugaré, Farruquiño, y también el as, la espadona de San Miguel... Todo lo guardas en la sepultura... Es mejor que el arca de Andreíña. DON FARRUQUI
Con religioso respeto los contempla, colocándose bajo la lámpara. DON FARRUQUI
El otro bigardo posa familiarmente una mano sobre aquella cabeza de moro negro, que saca la lengua de sierpe al ser aplastada por las angélicas plantas, y sonríe con la malicia del tonsurado que sabe cómo todas las astucias del rebelde son juegos ante el poder de los exorcismos. Siempre con la misma sonrisa, le arranca un cuerno. DON FARRUQUI
Palabra del Dia
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