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Actualizado: 18 de junio de 2025
¡Señor mío! gritaba Ripamilán, mientras disolvía sal en el plato de doña Rufina batiendo el aceite y el vinagre con la punta de un cuchillo ; ¡señor mío! yo creo que el señor de Carraspique está en su perfecto derecho; y no sé de dónde le vienen a usted esas ideas disolventes, que en cuarenta años que llevamos de trato no le he conocido....
Sin embargo, una que otra vez al encontrarse en los pasillos le dirigía miradas magnéticas que la fascinaban y profería unas buenas noches preñadas de ideas disolventes. Como es natural, la bella tramoyista no dejó de sospechar el género de pensamientos que dentro de la barretina se escondían, y en su consecuencia decidió ruborizarse hasta las orejas siempre que tropezaba con el tigre-traspunte.
Dentro de pocos días preparaba una sorpresa a los sarrienses. Después de muchos trabajos, se consiguió que desembuchara. Estaba en tratos con el célebre Marabini, frenólogo, prestidigitador. Acaso el martes... sí, el martes o el miércoles podrían admirar sus habilidades en el teatro. Traía además cuadros disolventes y un lobo domesticado.
Este verano, en Biarritz, ella y el chico de Fonseca se ponían de un modo por las noches en la terraza del casino, que era cosa de sacar fotografías iluminadas. Allá Cobo, antes de irse, hizo también algunos cuadros disolventes en los jardinillos. ¡Sí, sí; bien me ha comprometido esa chica! manifestó Cobo en tono cómicamente desesperado. Ya no tenías mucho que perder.
Las grandes ciudades son verdaderos focos de corrupción, donde se van perdiendo íntegramente los sentimientos de humildad, de obediencia y de amor al pasado. Casi todos los madrileños saben leer y escribir, y aunque una enérgica censura amordaza a los escritores de la mala prensa, las ideas disolventes siempre encuentran camino por donde llegar al cerebro del pueblo.
Palabra del Dia
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