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Actualizado: 16 de septiembre de 2025


4 Vida te demandó, y le diste largura de días por siglos y siglos. 6 Porque lo has bendecido para siempre; lo llenaste de alegría con tu rostro. 7 Por cuanto el Rey confía en el SE

El arco demandó, una flecha tira, Diciendo: "Justo es mi fama suene." A cae la flecha el indio mira: Agüero es: que si cae bien derecha, Su cosa tiene el indio ya por hecha.

16 Y Moisés demandó el macho cabrío de la expiación, y se halló que era quemado; y se enojó contra Eleazar e Itamar, los hijos de Aarón que habían quedado, diciendo: 17 ¿Por qué no comisteis la expiación en el lugar santo? Porque es santísimo, y la dio él a vosotros para llevar la iniquidad de la congregación, para que sean reconciliados delante del SE

40 Felipe empero se halló en Azoto; y pasando, anunciaba el Evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea. 1 Y Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al príncipe de los sacerdotes, 2 y demandó de él letras para Damasco a las sinagogas, para que si hallase algunos hombres o mujeres de este camino, los trajese presos a Jerusalén.

Si vuelvo á Dios el ánimo contrito y piedad de mi pena le demando con humilde fervor y acento blando, el aliento maldito de la duda cobarde y acerada á envenenar mis pensamientos viene, y en mis labios detiene Una oracion apenas comenzada. Vuelvo entónces los ojos á la tierra y de se apodera horrible espanto al ver los séres que en su seno encierra.

La cruel Presentación no hizo caso alguno; les echó una mirada burlona y se volvió de espaldas riendo como una tonta. Mario tuvo fortaleza bastante para mantener a salvo su dignidad en tan críticas circunstancias. A nadie demandó socorro.

A mi ver, deben ser muchos señores, y entre ellos está el señor cura de Santo Tomé, con su catarro, y el señor de Bracamonte, con su voz tan áspera, y el de... Un golpe dado en la puerta que comunicaba con la galería cortó su narración. ¿Quién? demandó Ramiro. Yo soy respondió Vargas Orozco, abriendo él mismo la hoja y penetrando en la estancia.

La mayor parte de los hombres permanecimos en pie, sirviéndoles los panalitos. La verdad es que todos estábamos necesitados de un rato de sombra verdadera, porque la del toldo de la falúa dejaba mucho que desear. Joaquinita, que, por lo visto, tenía ganas de mortificarme, me demandó un vaso de agua.

Palabra del Dia

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