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Actualizado: 15 de junio de 2025


A la ciudad, a pagar unas cuentas... a comprar cosas... Yo no más... Parecía, cuando se levantó de la cama, como si quisiera ir conmigo... después cambió de opinión, y me mandó... ¿La dio a usted alguna carta? ¿Sabe usted si escribió alguna carta, anoche o esta mañana? Anoche no: esta mañana. Esta mañana escribió una carta. ¿A quién estaba dirigida? A sor Ana.

Tan luego se hacen públicos los nombramientos, todos los Gobernadorcillos electos principian á echar cuentas, y por lo general resuelven, en consejo de sus mayores, marchar á Manila.

Y había que ajustar cuentas, separar los respectivos capitales, sin perjuicio de seguir administrando el tío el de la sobrina, hasta que ya no hubiera cosa digna de mención que administrarle». Estaba perdida; no había hecho más que ir gastando, derrochando, sin enterarse jamás de que corría a la ruina completa.

La primera gestiona sus negocios, piensa y observa, va y viene con un pañuelo lleno de cuentas, reclamos y papeles; la segunda, comparte la vida entre el baño, el petate, las fiestas y los paseos á la luz de la luna.

Me figuré que los dos monumentos se miraban; me figuré que dos mundos distintos y contrarios sacudian el polvo de su honda tumba, para pedirse cuentas ante la historia: me figuré ver el Asia y la Europa, Mahoma y Jesucristo, Sesostris y Napoleon.

De toos modos, tío Tremontorio, las cuentas se han presentao y se han dao por buenas; y por más que usté y yo nos cansemos.... Pues veremos lo que comes dentro de un par de días, si el tiempo no se echa á la tierra. Salú nos Dios, y ya lo veremos.

Por consiguiente, de aquí en adelante, gastar poquito y, sobre todo, saber lo que se gasta, pues si no se sabe se equivoca una. ¿Creerá usted que en mi vida he apuntado una cifra? Todas mis cuentas las he hecho siempre con mi cabeza. Así ha salido ello. ¡Oh! Malo, malo... La primera condición del orden es una buena contabilidad.

Los Moluches, Tahueches y Divieches, entierran sus difuntos en hoyos grandes y cuadrados. Juntan los huesos y los guardan, atando cada uno en su respectivo lugar, y cubriéndolos con las mejores telas que pueden encontrar, adornadas de cuentas, plumages, &a. Todo lo cual se limpia ó muda una vez al año.

Pero su naturaleza era de carne mortal, y sus hijos pedazos de sus entrañas, y tenía que dolerle mucho allí cuando se las desgarraban fibra a fibra. Dios no pedía cuentas de estas tribulaciones a sus criaturas.

«En resumidas cuentas le decía él , eres una inocentona. Pero, di, ¿no te gusta el lujo?». Cuando no estoy contigo, me gusta algo, no mucho. Nunca me he chiflado por los trapos. Pero cuando te tengo, lo mismo me da oro que cobre; seda y percal todo es lo mismo. Háblame con franqueza. ¿No necesitas nada?

Palabra del Dia

rigoleto

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